TWO. 11 ACANTILADO
Después de sincerarme con Bella, de haberle hablado sobre mi y sobre lo qué soy, me sentí libre, me sentí completa. Por fin podía ser yo misma con mi querida hermana, por supuesto que no le había contado todo sobre mi mundo, no quería arriesgarla demasiado. Suficiente con que una vampira loca despechada la estuviera cazando cual depredador a su presa, porque eso era Bella, una simple e inofensiva presa para la vampiresa. Pero mi hermana me tenía a mi y yo no iba a permitir que los descuidos de Edward siguieran poniéndola en peligro, no más. Debía acabar con la pelirroja inmortal, porque sólo así mi hermana estaría a salvo y sólo así Victoria descansaría en paz sin el dolor constante de la perdida de su pareja, sin la agonia diaria que la estaba matando muy lentamente.
Yo ya estaba siendo misericordiosa al concederle la muerte, porque solo así dejaría de sufrir. Realmente no podía culparla por intentar asesinar a Bella, después de todo cuando una criatura pierde a su pareja, enloquece. Peor aun si ya estaban entrelazados, si ya tenían tiempo juntos.
Por supuesto, también había pasado tiempo con Paul y Jacob, conciéndonos. Tanto por separados como juntos, ellos eran chicos maravillosos, encantadores y tan diferentes entre si. Paul era coqueto y rudo, Jacob era más tímido y lindo. Pero lo que tenían en común era lo que causaban en mi, ellos realmente estaban gustándome pero no estaba lista para dar otro paso. No con el recuerdo constante de Jasper persiguiéndome a donde quiera que iba.
Y no estaba segura de estar lista algún día, porque no sabía si Jasper desaparecería de mi corazón y de mi mente.
(...)
Los días pasaron lentamente, mientras esperaba el regreso de Pietro y pasaba tiempo con mi padre, mi hermana y mis compañeros. Solía ir a la Reserva para conocer a la manada, al principio Sam era cauteloso, siempre alejando a Emily de mi, probablemente al recordar como había estampado a Paul con un simple movimiento de manos. No es que me importará realmente, yo iba a visitar a Paul y a Jacob.
También solía pasar tiempo con Billy, el padre de Jake, quien solía contarme vergonzosas historias del susodicho. Era lindo ver a Jacob avergonzado y sonrojado, era una maravillosa vista.Ese día en específico había ido a Steattle con Paul, pues el jamás había estado ahí. Así que yo quería hacer algo por él, sintiéndome aún culpable por todo lo que le había hecho. Él era menor, así que yo era quien conducía.
—¿Te estás divirtiendo? Podemos ir a comer a algún lugar, yo invito —dije con una sonrisa ligera, mirándolo de reojo mientras conducía lentamente por las calles de Steattle.
—Yo debería invitarte... —murmuró tímidamente con un sonrojo ligero, reí levemente.
—No importa quién invite, vamos a comer. Tú elige —animé con una sonrisa, mirando hacia el frente.
—Podemos ir por hamburguesas —sugirió con cierta pena, yo sabía por qué, por supuesto. Sintiendo sus emociones, él temía avergonzarme por las grandes cantidades de comida que ingeria. No me molestaba, después de todo yo también comía mucho.
—Pues vamos —di vuelta en una esquina, estirando la mano y colocándola sobre la suya. Mi mano, más pequeña y pálida que la suya ni siquiera cubría una tercera parte de la suya.
Paul me dio un ligero apretón, cuando yo frene de golpe, causando un fuerte ruido del neumático.—¿Alessa? ¿Qué pasa? —Paul me miró alterado, tomando mi cara entre sus grandes manos. Pero yo no contesté.
La tormenta se movía cada vez más rápido. Al final, se sintió el viento en la piel y la presión de las nubes más cerca del suelo. Cuando llegué al punto donde el sendero de tierra se abría hacia aquel precipicio de roca, las primeras gotas de agua salpicaron mi rostro. No fue difícil convencerme a mí misma de que no tenía tiempo para buscar otro camino: quería saltar desde lo más alto. Ésa era la imagen que tenía grabada en la cabeza. Deseaba sentir que volaba en aquella prolongada caída. Sabía que era lo más estúpido e insensato que había hecho en mi vida. La idea me hizo sonreír. El dolor empezó a remitir, como si mi cuerpo fuera consciente de que en cuestión de segundos escucharía la voz de Edward...
El agua sonaba muy lejos, incluso más que antes, cuando la oía desde el sendero que corría entre los árboles. Al pensar en la temperatura que podía tener el mar hice una mueca, pero no me iba a amilanar por eso. El viento soplaba ahora con más fuerza y la lluvia me azotaba y se arremolinaba a mi alrededor. Me acerqué al borde, manteniendo la mirada fija en el espacio vacío que se abría delante de mí. Los dedos de mis pies tantearon a ciegas, acariciando la rugosa repisa de roca cuando la encontraron. Respiré hondo y aguanté el aire dentro de mi pecho, esperando. Bella. Sonreí y exhalé el aire.
¿Si? No contesté en voz alta, por temor a que el sonido de mi propia voz rompiera aquella hermosa ilusión. Sonaba tan real, tan cercano. Sólo cuando desaprobaba mi conducta, como ahora, emergía el verdadero recuerdo de su voz, la textura aterciopelada y la entonación musical que la convertían en el más perfecto de los sonidos.
No lo hagas, me suplicó.
Querías que fuera humana, le recordé. Bueno, pues mírame.
Por favor. Hazlo por mí.
Es la única forma de que estés conmigo.
Por favor. Era solamente un susurro en la intensa lluvia que me revolvía el pelo y me empapaba la ropa; estaba tan mojada como si aquél fuera ya el segundo salto del día. Me puse de puntillas.
¡No, Bella! Ahora estaba furioso, y su furia era tan deliciosa...Sonreí, levanté los brazos como si fuera a tirarme de cabeza y alcé el rostro hacia la lluvia. Pero tenía demasiado arraigados los cursillos de natación en la piscina pública: la primera vez, salta con los pies por delante. Me incliné, agachándome para tomar más impulso...y me tiré del acantilado.
Jadeé pesadamente, inhalando tanto oxígeno como mis pulmones me lo permitían. Sentía el sudor frío deslizarse por mi pálido rostro, por mi espalda y mis manos. Traté de enfocar la vista, vislumbrando el aterrado y preocupado rostro de mi lobo.
—Bella... —fue lo único que atine a decir antes de dar reversa y arrancar rápidamente hacia la carretera, rumbo a Forks.
Apreté fuertemente mis dedos contra el volante, sintiendo como mi corazón latía rápidamente. Podía sentir la preocupación y el miedo inundar todo mi ser, pensando en todas las posibilidades.—¿Bella? ¿Qué pasó con ella? —él preguntó con preocupación, aún mirándome.
—Saltó de un acantilado —respondí sin mirarlo. Sabía que no llegaríamos a tiempo, Seattle estaba a tres horas de Forks. Jamás llegaría.
—Llamaré a Jacob —Paul sacó su teléfono y marcó rápidamente, sin cuestionarme.
Timbre.
Timbre.
Timbre.
—No contesta —dijo mirándome con preocupación.
—Llama a Billy —dije acelerando a un más.
—Nada —ambos fruncimos el entrecejo, ¿por qué nadie respondía? Paul intentó marcar a Sam, pero tampoco respondía. Comenzaba a asustarme.
–Por favor, por favor... —¿por qué pedía? ¿Por qué rezaba?
Durante el eterno trayecto, ninguno dijo nada pero podía sentir el apoyo y la compañía silenciosa del metamorfo.
Agradecí eso.
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Sempiterno ➪ Twilight
Fanfiction«Sempiterno; que durará siempre, que, habiendo tenido principio, no tendrá fin.» ✔ Relación poliamorosa ✔ Todos los personajes son de S. Meyer, a excepción de Alessa.