Los primeros días que Tom Kaulitz pasó en el pueblo fueron algo extraños. Mucha gente le miraba con miedo, otros extrañados. Todos querían ver en persona a un asesino, sobre todo los niños. Fuera donde fuera, escuchaba sus pasos tras él, oía sus risas y cuchicheos. Le extrañaba que las madres no les prohibiera acercársele, pero sabiendo que una vez él fue un niño que hacía exactamente todo lo que le prohibían, entendía a la perfección a los niños del pueblo.
Pensar en su infancia le hizo acordarse de su padre. ¿Qué tal estaría? ¿Seguiría viviendo en las afuera del pueblo, como cuando era pequeño? Le extrañaba que no le hubieran desterrado por haber criado a un asesino, pero mientras que se mantuviera lo bastante alejado de ellos y no bajara al pueblo más que las veces necesarias, su padre podía vivir tranquilamente.
Una mañana que se levantó decidió ir a visitarle. La noche anterior lo había hablado con Andreas, y le explicó que desde hacía unos meses su padre se encontraba delicado de salud. El corazón le había estado dando problemas, pero tan tozudo como siempre Jörg Kaulitz se negó ir a un hospital.
Tras vestirse, cogió las llaves de su moto y bajó las escaleras de su apartamento. La tenía aparcada bajo ellas y se montó arrancándola. Salió disparado cruzando medio pueblo, hasta llegar a la zona más alejada en la que vivía su padre.
Dejó la moto aparcada contra la valla del jardín y se bajó con lentitud. No había cambiado nada. Seguía teniendo el mismo buzón destartalado y la valla necesitaba una mano de pintura con urgencia.
No pudo evitar sonreír al recordar todas las tardes que le castigaba obligándole a pintarla. Mientras que su padre dormía la borrachera, entre él y Andreas la pintaban en una hora y luego salían corriendo a pensar en una nueva travesura.
Pero con el paso de los años, no podía llamarse travesura a lo que hacían. Primero lo hablaron durante algunos días. Tom le confesó que se sentía atraído por los chicos, y Andreas que era él quien le atraía.
Se dieron su primer beso muertos de miedo, pero tras separar los labios se miraron sonriendo y repitieron. Así comenzó su "relación", si se podía llamar así. Se veían a escondidas y de momento solo se besaban. Tenían 15 años, pero una tarde que regresaba de las clases particulares que Bill le daba, también a escondidas, se acercó a Andreas y sin decir palabra le tomó en sus brazos y estrechó con fuerza.
Ese día hicieron el amor por primera vez. Estaban en un descampado, tras unos matorrales. No era el lugar indicado, pero necesitaba hacerlo con urgencia. No sabía si a partir de ese día volvería a pensar en Bill de esa manera....
Pestañeó saliendo de sus pensamientos. Le dolía haber usado a Andreas de esa manera, solo para obtener un placer que necesitaba con urgencia, haciéndole creer que era muy especial para él. Pero Andreas lo sabía, y se dejaba hacer todas las veces que necesitó de él.
Suspiró resignado y echó a andar hacia la casa. Llegó al porche y subió los escalones con miedo, parecían a punto de romperse bajo su peso. Abrió la puerta sin llamar, no hacía falta si estaba caída de sus goznes.
Entró en lo que una vez fue el salón y vio a su padre acostado en el sofá. Arrugó la nariz ante el olor que le llegaba. Había restos de comida mirara donde mirara, y botellas de cerveza vacías.
Se dirigió a la cocina y la encontró en el mismo estado. No sabía cómo podía vivir así su padre....
Regresó al salón y se inclinó sobre él, sacudiéndole en el hombro hasta que le hizo abrir los ojos.
—Hola papá—saludó.
Jörg Kaulitz entre cerró los ojos por la luz que le molestaba, estudiando a la persona que tenía delante de ellos. Gruñó al reconocerlo y se incorporó con esfuerzo, ayudado por su único hijo.
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Un solo verano
FanficAcusado injustamente de un asesinato, Tom Kaulitz regresa a su pueblo natal tras pasar una temporada en el reformatorio. Todas las miradas se dirigen a él, incluso la del dueño de la tienda que le acoge y da trabajo creyendo en su inocencia, sin pod...