Capítulo 18

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No le gustaba para nada la manera en la que esos dos policías le estaban mirando, lo primero que se le ocurrió era que le había pasado algo a Bill, pero no estaba seguro. Le había dejado dormido en su apartamento con un coche patrulla vigilando, estaba a salvo... ¿o no?

—Acompáñanos, por favor—pidió uno de los policías.

—No—se negó sin moverse del sitio—Díganme que ha pasado.

—Georg ha despertado y nos ha dado un nombre—explico el mismo policía.

—¿Les ha dicho que fui yo?—gritó sin poderse contener.

—No, tú no....David Jost...

—¿David?—repitió arrugando la frente.

Entonces se le hizo la luz. Había estado muy atento con él, desde el primer día quiso invitarle a tomar algo y él le rechazó las dos veces. Luego le riñó por besarse con Andreas delante de la tienda, y unos días más tarde Andreas era asesinado...

—Acompáñanos al hospital, Gordon no sabe que su hijo ha desaparecido—siguió explicando el policía.

—¿Cómo que Bill ha desaparecido? Le dejé dormido...

—En cuanto supimos que David era el asesino corrimos a por él, pero al llegar al apartamento lo encontramos vacío.

—Hacen su trabajo de pena—murmuró Tom cogiendo el móvil.

Maldijo por lo bajo, no se sabía su número. Pero si tenía el de David, se lo dio el primer día por si alguna vez le pasaba algo y no podía ir a trabajar. Lo marcó y esperó en silencio escuchando los tonos, ignorando las miradas de los policías.




Alzó los ojos y miró a su alrededor sin entender. No estaban delante del hospital como él pensaba, sino en las afueras del pueblo. Miró a David arrugando al frente sin entender, separando los labios para preguntar que estaba pasando cuando vio lo que llevaba en una mano.

—Sal del coche si no quieres que a Tom le pase algo—dijo David sin dejar de apuntarle con el arma que llevaba.

Le vio encogerse en el asiento y ponerse a temblar de miedo. Sonrió al ver como sus ojos se llenaban de más lágrimas y le temblaba el labio inferior. Sintió una punzada en su entrepierna, se moría por estar dentro de esa persona a la que Tom amaba con toda su alma...

—¡Muévete!—le gritó sin poderse contener.

Solo entonces Bill pareció reaccionar. Sin dejar de mirar la pistola con la que firmemente le apuntaba, llevó una temblorosa mano a la puerta del coche y la abrió. Salió de el y se quedó de pie mirando como David también salía y rodeaba el coche sin dejar de apuntarle en ningún momento. Le cogió con fuerza de un brazo y tiró de él para que se moviera.

Delante de ellos había un viejo cobertizo que reconoció al momento. Estaba a escasos metros del lugar en el que él y Tom hicieron el amor esa tarde de picnic. Tragó saliva con esfuerzo, tal vez ese día David les estuviera espiando, era mucha casualidad que hubiera escogido ese lugar.

—Muévete—repitió David clavando el cañón de su arma en su costado.

Gimió por lo bajo y anduvo todo lo rápido que pudo. No podía dejar de pensar porque actuaba de esa manera, nunca le hizo pensar que sentía algo por Tom, tan profundamente como para matar a todos lo que se interpusieran...

Entraron en el oscuro cobertizo y le llevó a rastras hasta el fondo. Ya lo tenía todo preparado, había una manta tirada en el suelo y unas cadenas sujetas a una argolla de la pared.

Un solo veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora