Capítulo 6

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Se quedó sin saber qué hacer. Sentía como las lágrimas de Tom le quemaban la piel, humedeciendo sus mejillas de paso. No fue consciente de que le estaba besando hasta que sintió su legua frotarse contra la suya con insistencia. Su primera reacción hubiera sido expulsarla de su boca, pero su subconsciente tomó control de la situación y le hizo separar más los labios, permitiéndole un mejor paso.

Tom sonrió contra sus labios y estrechándole con fuerza en sus brazos le besó más profundamente, haciendo fuerza con su lengua hasta acariciar esa plateada perla que Bill escondía en su dulce boca. Le sintió gemir de placer, como sus manos se aferraron a su cuello y tiraron de él, hambriento de deseo.

Siguieron besándose hasta que pasados unos minutos necesitaron tomar aliento. Solo entonces sus labios se separaron y se quedaron mirando, con sus pechos agitados y un leve rubor en sus mejillas.

— ¿Por qué me has besado?—logró susurrar Bill.

—Porque me apetecía—contestó Tom con naturalidad.

—Pues no vuelvas a hacerlo, estoy con Georg—murmuró Bill levantándose y pasando a su lado.

—Vamos, no me digas que no lo deseabas—dijo Tom cogiéndole del brazo—Que todas las veces que veníamos aquí a estudiar, soñabas con que una tarde diéramos este gran paso...

—No sé de qué me hablas—le cortó Bill avergonzado.

¡Claro que lo había soñado! Pero nunca tuvo el valor de confesárselo. Luego pasó lo de Gustav y le trató de olvidar, pero en vano. Todas las noches soñaba con el día en que recuperara la libertad, y si regresaba al pueblo tal y como había hecho, no perdería la oportunidad de soñar una vez más.....de hacer su sueño realidad...

Vio que Tom daba un paso en su dirección y retrocedió asustado, no de que le forzara a hacer algo que él no deseaba, sino de hacer algo que llevaba toda la vida soñando...en ese descampado. Su primera vez tenía que ser muy especial, más si era con Tom.

—Tengo que irme a casa—musitó sin dejar de retroceder.

—Bill, quiero volverte a ver—dijo Tom con firmeza.

Esperó una respuesta, pero solo obtuvo su silencio. Eso...y algo más que le llevó el viento. Un suspiro que se escapó de sus labios entre abiertos. Sonrió satisfecho y emprendió el regreso a su apartamento. Todo lo mal que se sintió cuando volvió a ver a su padre, se esfumó en el momento en que le estrechó en sus brazos...cuando sus labios se juntaron...




Antes de subir al apartamento pasó por la tienda para agradecerle a David la tarde libre y echarle una mano si necesitaba algo.

—Hoy no hay mucha gente, sigue descansando Tom—negó David sonriendo.

—Gracias de nuevo—contestó Tom volviéndose al escuchar el sonido de la puerta.

Sonrío a medias, era Andreas. Se despidió de David con la mano y salió en compañía de su amigo. Rodearon la tienda y entraron en el apartamento en el que vivía.

—He traído whisky—anuncio Andreas con una sonrisa.

—Estupendo, déjalo ahí mismo—dijo Tom señalando la mesa de la cocina.

Andreas lo hizo mientras estudiaba a su amigo de arriba a abajo. Le notaba cambiado, raro....

— ¿Ha pasado algo?—pregunto con miedo.

—Fui a ver a mi padre—contestó Tom suspirando.

—Ya—murmuró Andreas.

Sabía el efecto que hacía la mera presencia de Jörg Kaulitz, hacía que a uno se le revolviera el estómago.

Un solo veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora