Capítulo 17

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El sonido del teléfono los despertó a las 7 de la mañana. Era el móvil de Bill, que vibraba y sonaba en la mesilla que había al lado de la cama de Tom, que fue quien lo cogió estirándose por encima del dormido cuerpo de Bill. Leyó quien era y se apresuró a despertarle al ver el nombre de su padre.

—¿Georg?—susurró Bill abriendo los ojos

Cogió el móvil que le pasaba Tom y lo abrió con manos temblorosas.

—Papá...—susurró rompiendo a llorar.

Tom escuchaba a su lado frotándole la espalda con una mano reconfortándole, mientras que con la otra secaba sus lágrimas. Le vio asentir con la cabeza en silencio, incapaz de pronunciar una palabra. Entonces vio que le pasaba el móvil llorando sin poder evitarlo.

Lo cogió de inmediato mientras que Bill se acurrucaba en su pecho y le abrazaba con fuerza.

—Tom, Georg ha salido del coma—repitió Gordon suspirando aliviado.

—Gracias a Dios—susurró Tom de todo corazón.

—Ahora le están haciendo unas pruebas, pero seguro que Bill querrá estar a su lado—explicó Gordon.

—¿Ha dicho algo?—preguntó Tom cruzando los dedos.

—No, sigue intubado y sedado. Los médicos dicen que habrá que esperar a que recupere la fuerzas, sigue muy débil—contestó Gordon suspirando.

Tom le imitó y tras despedirse hasta dentro de media hora, estrechó entre sus brazos a un Bill muy lloroso.

—Se ha salvado...no estaba seguro de que lo consiguiera, pero...es muy fuerte...—le escuchó decir entre sollozos.

—Venga, que querrás ir a verle—dijo Tom incorporándose.

Le ayudó a salir de la cama y mientras se daba una ducha rápida él preparó el desayuno para los dos. Sonrió al verle bajar con el pelo medio húmedo.

—Tienes que comer, Georg te necesita fuerte a su lado—se apresuró a decir al verle arrugar la nariz.

Le escuchó resoplar y sentarse a su lado en la mesa cogiendo el bol de cereales que le había preparado. Estaban terminando cuando llamaron a la puerta. Tom se levantó de inmediato haciéndole un gesto a Bill con la mano, pidiéndole que se quedara en la cocina.

Abrió la puerta tras ver quien era por la mirilla.

—¡David!—exclamó extrañado.

—Me ha llamado Gordon, dice que es mejor que os lleve yo al hospital—dijo David desde la puerta.

Tom le dejó pasar y le señaló la cocina invitándole a un café recién hecho.

—¿Sabes ya la buena noticia?—preguntó Bill esbozando una amplia sonrisa

—Si, es estupendo—comentó David tomando un sorbo de su café.

Terminaron de desayunar y se subieron al coche de David. Sentado a su lado, Bill suspiraba mirando por la ventanilla. Se le estaba haciendo el viaje muy largo y trataba de no pensar en el coche patrulla que les seguía. Nada más verlos salir de la casa en compañía de David puso el motor en marcha y salió tras ellos.

Esperaban que cogieran pronto al asesino, no se imaginaba pasarse el resto de su vida escondiéndose y con miedo.




Llegaron al hospital y tras despedirse de David, echaron a correr a la planta de cuidados intensivos. Se fundió en un abrazo con su madre mientras escuchaba las nuevas noticias.

Un solo veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora