No podía apartar los ojos de los de Tom, de empujar con suavidad su pecho con ambas manos para tratar de mantenerse lo más alejado de él posible, sin querer pensar en esa manera tan ridícula en la que estaba, como sus entrepiernas se tocaban, sintiendo el bulto grueso e hinchado que latía debajo.
—Dime que esto no se hace—murmuró Tom sin dejar de mirarle.
Le sostuvo por las caderas con las manos endurecidas por la tensión, los muslos rígidos bajo las nalgas de Bill, que sentía bajo su mano como le latía el corazón con fuerza, y la rigidez tentadora sobre la cual descansaba.
Fue incapaz de negarse, lo deseaba demasiado. Al parecer, durante casi toda su vida lo había deseado. Era una idea escandalosa, vergonzosa,...pero sentía que su cuerpo ardía...
—Tom...—murmuró con un hilo de voz.
Bajó los ojos como si ya no pudiera sostener su mirada, pero entonces su mirada se detuvo en sus labios, lo cual fue un error. Unos labios suaves, que esbozaban una sensual sonrisa que le quitó el aliento al observarla.
—Bill—susurró Tom a su vez.
Cuando se le acercó, los brazos de Bill se apretaron contra su pecho sin intentar siquiera resistirse, los dulces labios de Tom se acercaron más hasta detenerse a escasos milímetros de los suyos.
Era incapaz de negarse, casi no podía respirar por esa feroz ola de deseo que recorría su cuerpo por dentro. Sus labios, secos y calientes se entre abrieron, aspirando el cálido aliento que salía de los de Tom en forma de jadeo, sintiendo como el cuerpo le comenzaba a temblar.
—Es la última oportunidad—susurró Tom.
Le costaba hablar, su voz salió ronca y baja. Se inclinó más hacia él, tan cerca que Bill sintió su respiración en sus sonrosadas mejillas. Pero no le besó.
Bill alzó los párpados y por voluntad propia su mirada se encontró con la de Tom. Sus ojos de repente se habían vuelto oscuros y violentos, brillaban con la promesa de actos indecibles y placeres inconfesables.
No pudo apartar la vista cuando le sintió deslizar las manos por sus caderas hacia abajo, llegando hasta la cremallera de sus pantalones que bajó con lentitud. Sin pensar en nada, se levantó lo suficiente para que le bajara los pantalones, dejándoselos a la altura de sus temblorosas rodillas.
Se sentó en su regazo de nuevo, soltando un gemido incontrolado cuando sus manos se metieron bajo el elástico de sus bóxer y se cerraron sobre sus nalgas. Le tenía cogido con una nalga en cada mano, apretando suavemente. Bill solo podía pensar que nunca en su vida había sentido algo más erótico que las manos de Tom Kaulitz sobre su trasero desnudo...
Tom apretó más las manos y frotó a Bill contra él, moviéndole de atrás a adelante sobre el bulto de sus tejanos. El calor y la fricción, separados solo por la fina tela de su ropa interior volvieron loco a Bill. Gemía e hundía los dedos bajo la camiseta de Tom y arqueaba la espalda.
—Eres mío—murmuró Tom con tono triunfal.
Bill no estaba para pensar en esos momentos. Si entonces Tom hubiera intentado apartarle de él, se habría aferrado a su cuerpo gimiendo de deseo.
Tom le sujetó contra sí, cambió levemente la posición y cuando le inclinó hacia atrás Bill se quedó con la espalda apoyada en el sofá. Le apretó las caderas, subiéndole la camiseta y poniendo una temblorosa y caliente mano sobre la suavidad de su vientre, para bajarla más y perderse más debajo de sus bóxer.
Cuando le acarició por encima el palpitante miembro, Bill soltó un ronco quejido con los ojos cerrados. Era como si de repente hubiera abandonado su cuerpo y observara la escena desde una distancia no muy lejana.

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Un solo verano
FanfictionAcusado injustamente de un asesinato, Tom Kaulitz regresa a su pueblo natal tras pasar una temporada en el reformatorio. Todas las miradas se dirigen a él, incluso la del dueño de la tienda que le acoge y da trabajo creyendo en su inocencia, sin pod...