Mi Destino Cambio De Color

Capitulo 4: Pista.

Habían pasado algunos días desde entonces, busque "garabatos" en Internet y solo me parecieron dibujos tontos.
En esos días habíamos visto algunas películas en el club y aunque el festival ya se estaba terminando era mala señal, ya que no había logrado reconquistar a Saiko...mierda.
Le escribí varias cartas y las envié con Nath, incluso era capaz de enviarle algunos detallitos de papel pero igual nunca recibí su respuesta.

Decidí salir a dar un paseo por el parque y como tengo una suerte de la chingada vi pasar a un chico de cabello blanco, ojos azules y tez pálida que conocía hace casi dos semanas, hilo blanco, ¿podrías dejar de atravesarte en mi camino siempre?
Claro que como buen gatito curioso lo segui, se detuvo unos momentos y tomó una foto al cielo, tan idiota como siempre hilo blanco. Y yo ya debería dejar de seguirlo ¿porque no puedo hacerlo? Cuando se trata de él solo se que tengo curiosidad.

— ¿Cuanto más piensas seguirme gatito curioso? —su voz esta vez no era suave, era ronca—.

Como cuando alguien se despierta o cuando están cansados.

— Nadie te esta siguiendo, Akiro.

— Si claro, y mi hilo es rojo. —mencionó con ironía mientras guardaba su celular— No quiero discutir de nuevo, así que ahórrate comentarios sobre mi hilo.

A finales del festival los hilos del destino eran poco visibles pero si, aún podía ver su hilo de color peculiar.

Parecía estar cansado, su voz se oía así, y las ojeras que resaltaban bajo sus ojos me ayudaban a confirmarlo, nuevamente llevaba esa mochila, comienzo a creer que esa mochila es más especial que todo. A cada reunión, cada lugar, a todos lados la lleva.

— ¿Porque siempre llevas esa mochila? —pregunte mientras me acercaba a él con tranquilidad—.

— Me recuerda a alguien —soltó sin mas y comenzó a alejarse de mi—.

Okey, entiendo que no eh sido el mejor cuando estamos solos, ¡pero es que siempre me hace enojar! O ¿yo a él? Como sea.

— ¿A quien? —y por fin llegue hasta su lado—.

Era más alto que yo, como por 10 o 20 centímetros, lo cual afirmaba que un paso de él eran dos míos, me estaba costando mantenerme a su paso.

— Garabatos —se detuvo en una tienda, abrió la puerta y entró—.

Claro, se me olvidaba mencionar que me cerró la puerta en la cara, claro que no a propósito, la mantuvo uno segundos para que yo tuviera tiempo de entrar pero yo decidí quedarme afuera y él no regresaba la vista, estaba sumido en sus pensamientos.
Obviamente, sus pensamientos era Garabatos.
Salió de la tienda con una bolsa llena de cervezas y algunos colores de madera.

— Ahhhh, ¡cada vez está más cerca el día! —mencionó abriendo una cerveza y comenzando a beberla— Todos váyanse a la mier...

Le tape la boca y lo jale en dirección a mi casa, él seguía abriendo y acabándose las cervezas, una tras otra, por suerte no se resistía a seguirme.

— Que linda casa, una día me voy a mudar a una tan linda cómo está, o tal vez decore la mía—Akiro ya estaba sentado en el sofá de mi casa, claramente ya algo ebrio—.

Las mejillas blanquecinas de hilo blanco estaban enrojecidas por el alcohol en su cuerpo, su cabello blanco que se pegaba a su frente gracias al sudor, sus labios rosados un tanto quebrados pero húmedos por la cerveza.

— Eres un idiota. —me senté a su lado y le quite la cerveza.—Ya deja de beber.

— Gatito curioso, regrésame la cerveza — comenzó a rozar su nariz contra mi mejilla—.