Capitulo 25 "Mi tortura"

199 33 43
                                    


Nueve intentos y nada... ¿Será que habré marcado mal su número?

«Es media noche, seguro que estará dormido...»

Dejo de insistir, esta claro que si alguien no te contesta ni corresponde luego del segundo intento, es porque no puede o no quiere.

No deseo hablar con nadie, simplemente me niego a comentar lo sucedido. Siento que si lo hago daré por sentado que Pohl está muerto.

Me siento en una pila de cojines en un rincón de mi cuarto y abro el
Spotify para escuchar la playlist que hice para nosotros dos.

Me abrazo fuerte y apoyo mi cabeza sobre mis rodillas, sintiendo como las lagrimas salen sin parar.

—¿Así se siente cuando tu llama gemela muere? Mi alma gemela era Frank, mi gatito; pero tu eras el
Amor de mi vida. Si estás muerto y me estás escuchando quiero decirte algo mi amor: ¡Cabron hijo de puta, también me dejaste sola!

Siento que me me estoy ahogando entre lágrimas y mocos; solo
Le pido a Dios que mis hijos no se vayan a despertar por escuchar mi llanto y mis lamentos.

Levantó mi cabeza solo para limpiar mis ojos y mi nariz, siento que no puedo ver ni respirar.

«Eres un desgraciando... Te amo tanto. Por tu culpa ya no pude amar a nadie más...»

——————————————-

Agua fría tocan las puntas de mis pies, me levanto de un salto para retroceder.

—¡Mierda, estoy en la playa!

Miro a mi alrededor y detrás mío están mis compañeros de la escuela escuchando a todo volumen música de Guns.

Esto es una locura... Se siente tan real. Bajo mi cabeza y veo mi atuendo... Totalmente retro.

Un momento... ¿Dónde están...?

¡Joder mis tetas!

Bajo aún más la mirada y veo mis pequeños pies, de nuevo calzo del cinco, como a los diecisiete años.

Mis curvas han desaparecido y soy esa niña mágica, con nada por aquí y nada por allá.

—¿Qué tanto te miras? Bueno no hay mucho que ver, salvo esa carita linda de niña traviesa.

Mi cuerpo se congela y mis sentidos se impregnan por ese olor tan peculiar de Dolce & Gabbana con cigarro. Me volteo lentamente y...

—¿Aiden?

—¿Acaso esperas a alguno de tus amigos. —Me dice mientras lanza el humo del cigarro, con su mirada fija hacia el cielo.

—Pero... ¿Tu estas muerto? Y yo soy una mujer de treinta cuatro años, con dos hijos que acaba de comenzar su proceso de divorcio.

—¡Joder amor, que vida de mierda la que te apuntas!

El tira la colilla del cigarro, muerto de risa y luego me jala hacia él para abrazarme. Yo aún lo veo como idiotizada, no solo porque mi Aiden es hermoso. Es porque se siente tan real.

—Bueno, en mi defensa soy una mujer independiente con casa propia y trabajo en lo que me gusta. También tengo un cuerpo de infarto, con un culo y un par de tetas que te mueres; parece que la naturaleza al fin se acordó de mi.

»Además, en dos años seré de las modelos más cotizadas de Nueva York y tu estarás perdidamente enamorado de mi.

Pohl deja de mecerme entre sus brazos para verme a la cara fijamente. Primero lo hace muy serio y luego suelta la carcajada.

ResilienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora