White Christmas || TodoDeku

1 de Enero

A su alrededor, altos edificios se alzaban hasta el cielo. Algunos no dejaban ver el final por las nubes que lo impedían. Leyó la dirección que se encontraba escrita en letra casi ilegible sobre una servilleta. Se detuvo para nuevamente recorrer con su mirada todo a su alrededor. Hizo una mueca.

— No lo encuentro mamá —suspiró cansado hacia la bocina de su celular. Del otro lado de la línea escuchó trastes moverse antes de que le contestaran.

— ¡Ay Izuku! Ya me llamaste tres veces en menos de una hora —se quejó la mujer desde la cocina de su casa. Se encontraba experimentando con recetas mexicanas para enseñarlas en su curso.

Midoriya frunció el entrecejo, despegando el celular de su oreja para ver la pantalla como si su madre lo viera. ¿Cómo no quería que le estuviera marcando? ¡Sí la dirección se la dio en una servilleta y la tinta estaba deshaciéndose! Volvió a pegar el celular al costado de su rostro.

— ¡¿Acaso prefieres que tu único hijo se pierda en el centro de Musutafu?! —exclamó ofendido. Varios transeúntes pasaron y se le quedaron viendo como si tuviera tres ojos, ocasionando que se sonrojara de la vergüenza. Hizo un puchero al ya no escuchar a su madre—. Lo siento, es que en serio no se entiende nada.

— No se que harás cuando comiences a vivir solo en un par de meses, Izuku —reprendió Inko volviendo a mover cosas. Suspiró—. Mándame una foto de la dirección por MightApp para mandarla por GPS y ya deja de marcarme o nunca me saldrán los tacos al pastor.

Antes de poder confirmar o despedirse; su madre le colgó. Vio la pantalla de "llamada terminada" por un minuto, intentando procesar cómo ahora que buscaba departamento para mudarse; su madre lo había reemplazado tan rápido por unos malditos tacos al pastor.

— Genial, ¿Qué más falta? —murmuró dolido, caminando hacia una pequeña cafetería que se encontraba al lado—. A este paso me quedaré sin cuarto antes de que me independice.

Pasó las largas puertas de cristal, adentrándose a la tienda y sentándose en una pequeña mesa. Se sorprendió que en cuanto puso su trasero en la silla; un camarero llegara para pedir su orden. <<claro, entré a un café de lujo>>

«¿Acaso mi billetera no ha llorado lo suficiente con la nueva colección de All Might Funkos, que pedí hoy en la mañana?, Tendré que comenzar a ahorrar si no quiero morir de hambre» pensó pidiendo un café americano para llevar.

— Bien, a lo que vengo —susurró para si, poniendo la servilleta sobre la mesa de madera y tomándole una foto—. Esta letra hace competencia a los médicos, dudo que puedas entenderle, querida madre... —murmuró, sonriendo al mensaje que acababa de mandar.

Un par de minutos pasaron cuando le llevaron el café, junto a un sobre de cuero negro con la cuenta. Frunció su nariz al abrirlo y ver los quinientos noventa y nueve que le estaban cobrando por algo que fácilmente pudo hacer en su casa.

— Pero querías entrar a la cafetería sólo a tomar una foto, Izuku —se regañó sacando su billetera y poniendo seiscientos yenes—. Lo siento mesero, pero soy pobre para dejar propina.

Murmurando esas palabras y antes de que el señor amable que le atendió volviera; se fue, para que el remordimiento de verle no le golpeara el corazón, provocando que se quedara sin comer.

Su celular vibró en cuanto cruzó las puertas de cristal. Caminó un par de pasos hasta alejarse del lugar y no interponerse en la gente que entraba y así revisar el mensaje de su madre.

Sí, estaba seguro que era ella. Sus amigos estaban básicamente en la misma situación que él: buscando vivienda cerca de la empresa que los reclutó y su novio se encontraba en una reunión con su padre, quién había llegado de su misión de Tokio en la madrugada.