Día 6: Chimenea

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"If someone loves a flower, of which just one exists in all the millions and millions of stars, it is enough to make him happy just to look at the stars..."

"ináaf" —una voz a sus espaldas le interrumpió—. La palabra "enough" —aclaró ante la mirada verdosa que se había girado levemente para verle—. Se pronuncia "Ináaf", no "Inog".

Apreció como el entrecejo se fruncía levemente y los labios rojizos hacían una mueca ante su corrección. Un inevitable suspiro escapó de su boca ante el gesto adorable que el chico de rulos verdosos hacía sin percatarse.

— ¿Y qué pasa con la "o", la "u", la "g" y la "h"? —preguntó bajando el libro en su regazo e inclinando su cabeza hacia atrás, topando con el duro pecho.

La pregunta y su acción repentina lo hizo desviar su mirada de esos labios carnosos hacia las esmeraldas que lo veían expectante. Se encogió de hombros.

— No sé —respondió sincero alzando su palma para peinar los revoltosos rizos del chico hacia atrás—. ¿Por qué no continúas leyendo? me gusta tú voz.

Lo vio suspirar para después sonreír con ternura.

Se encontraba recostado entre las largas piernas de su novio, sobre el suelo alfombrado de la gran sala de los dormitorios. En frente de ellos, una pequeña chimenea se alzaba calentando el lugar.

Fue gracias al director Nezu, que le pidió a su profesor Cementoss construir con ayuda de su Quirk; una chimenea en cada edificio de dormitorios por las altas temperaturas que estaban golpeando la ciudad de Musutafu este año.

— Espera —pidió removiendo el libro de su regazo, para ponerlo en el suelo a su lado. Tomó el borde de la manta roja que cubría sus piernas, y se cubrió hasta los hombros a la par que iba recostándose sobre el pecho de Shoto. Hundió su nariz sobre la cálida pijama blanca del chico, sonriendo bobamente al sentir como su cuerpo iba siendo rodeado por los brazos contrarios—. Déjame estar un momento aquí, entre tus brazos.

Todoroki mantenía un leve sonrojo por el atrevimiento del chico, pero no iba a mentir que se sentía bien tenerlo recostado entre sus piernas, sobre todo al ver como se restregaba contra su camiseta bajo las caricias que su mano daba sobre sus rizos.

— Oh, Zuzu... —se inclinó para besar su frente lisa, deteniendo sus movimientos. Sonrió al ser observado con esos ojos verdes—. Puedes quedarte el tiempo que quieras.

 — Gracias — susurró avergonzado desviando su vista—. Me alegra pasar momentos como estos a tu lado —volvió a verle—. Me hacen sentir especial.

— Eres especial —afirmó el bicolor buscando su mirada, que había sido alejada al escucharlo. Al encontrarla, le miró directamente—. Y no lo digo porque esté enamorado de ti, Izuku eres especial por sólo ser tú. Todos los que están a tú alrededor están consciente de ello —alejó una de sus manos de su espalda, hasta posarla en la mejilla pecosa, dando suaves caricias—. El único que te hace sentir menos eres tú. Y si tengo que repetirte todos los días lo contrario; lo haré.

Midoriya sentía que cada palabra que salían de los labios de Shoto, le acariciaban su pequeño corazón. Haciendo que palpitara más, logrando que sus ojos se volvieran acuosos.

¿En serio merecía tener a ese hombre? Lo dudaba, pero confiaba en él. En sus palabras, que causaban cosquilleo en su piel y una calma abrasadora en su cuerpo.

Lo que buscó por siempre, y apenas caía en cuenta de ello.

— Y no pienses que "no me mereces" —se tensó bajo los cálidos dedos que limpiaban pequeñas lágrimas. Habían escapado sin darse cuenta. Lo miró sorprendido—. Me mereces tanto como yo a ti.

Midoriya ahogó un pequeño sollozo, incorporándose para segundos después abrazarse al cuerpo contrario, rodeando con sus piernas la cintura de Shoto y con sus brazos su cabeza, hundiendo su rostro en el cuello.

— No me sueltes.

— Nunca —aseguró contra su oído.

A lo lejos, pero en la misma sala. Se encontraba un chico alto, observando como Todoroki arropaba al peliverde mientras le murmuraba frases que hacían asentir a Midoriya, que aún mantenía su rostro escondido.

No había escuchado nada de lo que hablaban sus amigos, pero la escena que sus ojos apreciaban, confirmaba que ese par era la pieza faltante en el rompecabezas del otro.

Tomó el vaso de leche tibia antes de girarse y entrar por el pasillo de los dormitorios de los chicos. Una sonrisa se formó en sus labios, había bajado para apagar la chimenea, ya que pasaban de las diez de la noche.

Sin embargo, se llevó una sorpresa al ver a sus amigos conversando. Su intención era acercarse, pero al entender la situación se detuvo. Sus compañeros tenían razón; sus dos mejores amigos mantenían una relación y aunque no se había enterado por ellos, los entendía.

 Sobre todo, les daría el apoyo que sea necesario para que se sientan cómodos a su alrededor y, tal vez, algún día ellos se acerquen y les den la noticia oficialmente.

Ante ese pensamiento, Iida subió al elevador para poder descansar. El castigo de Aizawa había durado solamente dos días, pero lo había sentido como una semana.

White Christmas || TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora