CAPÍTULO 9: Un amigo para Noah

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-Señor Sanders, tiene una llamada en la línea tres.

-¿Quién es? –Le pregunté a mi secretaria.

-Su esposa.

Sonrío con diversión. He corregido ese término cientos de veces, pero Margaret sigue de igual manera llamando a Victoria como “mi esposa”.

Me agrada, pero joder, aún no lo es. Aunque espero con ansías llegar al momento correcto para proponérselo, aún no tengo el placer de cambiar ese apellido “Miller”, por “Sanders”.

Tomo el teléfono y saludo a mi hermosa chica de pelo castaño.

-¡ÉL DIJO SU PRIMERA PALABRA! –Es lo que escucho al otro lado de la línea.

En resumen, era lunes, cerca de las seis de la tarde y el trabajo del día de hoy, había sido enorme, por lo que me encontraba bastante cansado. Cansancio que acabó al escuchar aquella frase.

-¡DE NINGUNA MANERA!, ¡MIERDA, YO QUERÍA ESCUCHARLO DECIR SU PRIMERA PALABRA!

Escucho la voz de Vic, haciéndome reír. Si, posiblemente todos los empleados me escucharon decir una “mala palabra”, pero ¡mierda!, él dijo su primera palabra.

-¿Cuál fue?

-Bueno, fue un intento de “Mamá”. Si una obra de Picasso fuera una palabra, definitivamente salió de la boca de nuestro hijo.

-Mierda –Susurro-, le debo dinero a Connor.

-Por favor dime que no apostaron por la primera palabra de tu hijo.

-Bueno…. Nosotros… En mi defensa, él me incitó a hacerlo.

-¿Qué apostaron? –Pregunta Victoria entre risas.

-Si su primera palabra era papá, entonces él me debía dinero, si él decía mamá, entonces yo le debo dinero, y…

-¿Y?, ¿apostaron otra cosa?

-Y que él escogiera el nombre de nuestro próximo hijo.

Sé que ella no puede verme, pero aún así, pongo mi mejor sonrisa. Victoria suspira algo irritada y luego comienza a reír.

-¿Puedes imaginar eso?, probablemente él escoja un nombre desastroso. Algo así como “Elmo Coverde”. No quiero un hijo con un nombre horrible por una estúpida apuesta. Definitivamente tú y yo NO tendremos más hijos. ¡ÉL ES CAPAZ DE LLAMAR A NUESTRO HIJO O HIJA, CAPITÁN AMÉRICA, O HULK, O MUJER MARAVILLA!, o probablemente Patricio Estrella.

-Nosotros definitivamente SI tendremos más hijos. Quiero una pequeña princesa que…

-Luciano, debes ir a trabajar. Además, Noah despertó. Te amo, adiós.

(*)

-¡Once meses, joder!

Cargo a mi pequeño hijo y toco su nariz con la mía. Él sonríe, provocando una sobrecarga de ternura en mí.

-Tú y yo necesitamos cocinar algo, amigo –Le hablo a Noah, él solo me mira y balbucea cosas.

A sus once meses, se le pueden entender un par de cosas. Victoria, quién dejó su empleo por estos meses, está en una importante reunión con su antiguo jefe, quién le ha ofrecido trabajar desde la casa.

¡Sí!, casa. Nos mudamos a una enorme y muy acogedora casa muy cerca de Hank. Escogerla fue una locura. Victoria amaba todas las que visitábamos, pero finalmente nos decidimos por la que estaba más cerca de su padre, es importante para ella tenerlo y sentirlo cerca.

Camino hacia la cocina y dejo a Noah en su sillita, le doy un par de juguetes, con los cuales se divierte al hacerlos sonar. Él ama la música y todo objeto que provoque ruido.

Hermanastros: ¡Escenas extras!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora