Prólogo

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—Venus.

—¿Me queda bien?

Le doy un vistazo a todo su cuerpo, sí, definitivamente le queda bien. Un vestido negro que recién le compré, ella lo vio hace semanas pero estábamos apurados así que no le dio tiempo a comprarlo. Se lo entregué justo hoy para salir pues definitivamente necesitamos un descanso.

Un descanso de nuestro trabajo y también de nuestra pequeña hija de quince años que no para de causar problemas.

Escote cuadrado en forma de corsé, mangas cortas abullonadas, largo hasta las rodillas y muy, muy ceñido. Luego veo lo demás, los pequeños detalles que le hacen ser ella y también el broche en su cintura, el que su madre le regaló hace unos dieciséis años junto al mío. Sus piernas van decoradas por las cintas de las sandalias altas, que se enrollan hasta más arriba de sus rodillas. Y cuando se da la vuelta para que le dé el visto bueno tengo que aflojarme la corbata, de repente se me ha ido el aliento. Venus puede solo estar vistiendo una camiseta vieja o no vestir nada, y aun así conseguiría alterarme fácilmente. Benditas estrellas ¿Qué hice tan bien como para merecerla?

Alguien aquí está caliente y no es ella.

—Te queda precioso, pero te verías mejor sin él.

—¿Ah? ¿Por qué...?

—Quiero hacerte un montón de cosas ahora mismo pero —suelto un suspiro lastimero—, no podemos perder esta reservación.

—Una lástima.

Sonreí con diversión ¿Se lo ha creído?

Ni siquiera le di tiempo a seguir hablando, dando grandes zancadas llegué hasta ella y tiré de su brazo hasta pegarla a mí completamente. Pareció sorprendida por un momento por mi arrebato, más aún cuando mi nariz aspiró el embriagante aroma de su cuello. Se quedó quieta mientras besé el hueco entre su cuello y hombro. Dejé besos por toda esa área hasta llegar a sus clavículas y después bajar a su escote, en dónde mis labios succionaron con algo de fuerza y sentí sus manos aferrarse a mi camisa. Subí la mirada solo para ver cómo ha cerrado los ojos y se dedica únicamente a sentir.

Con el dedo pulgar presiono su labio inferior. Y tímida no es, por eso chupa mi dedo hasta que lo saco de su boca.

—Estoy... Tan obsesionado contigo —susurro otra vez contra su cuello, veo como traga y abre un poco sus labios—. Podría follarte y besarte todo el día. Maldición, puedes decirme que me ponga de rodillas y no lo voy a dudar.

—¿De rodillas? —Susurra sonriendo, asiento— ¿Para rezar?

—Incluso si solo quiere que le alabe, lo hago, su santidad.

Al besar su mano tira de mi cabello un poco, para luego bajar sus dedos a mi nuca y sostener un beso demasiado intenso pero corto, muy corto para mi gusto. Pruebo el sabor de su labial, me gusta tanto. Me gusta tanto ella.

Sunset Memories: The Death |Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora