9. Errores

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Pregunté en recepción como cualquier familiar lejano por su ubicación y me escabullí sin llamar demasiado la atención entre pasillos pulcros y silenciosos hasta que a unos metros divisé a su madre llorando en los brazos de Amanda.

Una mujer de bata planchada y nariz respingada les informaba sobre su estado y me acerqué con sigilo la distancia prudente, haciéndome pasar por un familiar del paciente contiguo.

Bob Gray

Podía decir que era un primo, me servía.

—..Si, los efectos del sedante no se irán hasta dentro de unas horas. Cuando llegó su estado de conciencia era intermitente, y cuando por fin respondió a los medicamentos estaba muy alterada.

  —Pero.. ¿Estará bien? ¿Qué fue lo que pasó? No nos han dicho nada doctora —preguntó la joven, la madre por su lado no dejaba de llorar.

  —Estará bien, justo ahora está bastante estable físicamente —hizo una pausa, yo solo quería estrangularla para que soltara todo de una vez —Una llamada al 911 alertó a las autoridades, una patrulla la encontró en un callejón, le hicimos unos estudios, su hija fue atacada sexualmente señora Peterson.

  —Oh, mi niña. No puede ser —exclamó rompiendo en llanto de nuevo.

  —La policía está en la recepción esperándola, necesita firmar algunas cosas por ser la victima menor de edad. Mi mejor consejo como madre es que sea fuerte por ella, lo más probable es que cuando despierte siga bastante alterada. Y la pondré en comunicación con un psicólogo de mi confianza para cuando le den de alta.

Vaya mierda.

Pocas veces en los maltrechos dieciocho años de mi vida podría decir que experimenté eso, y hasta los momentos no puedo explicar qué fue exactamente.

Aguardé de nuevo, con ella siempre era aguardar.

Aguardé hasta que la madre decidió y por fin con los policías, y hasta que media hora después Amanda se perdió hacia la escalera, no sin antes decirle a la enfermera que volvería de inmediato.

Tomé la oportunidad, y verla ahí, en esa habitación blanca, pulcra y con un penetrante olor a hospital me paralizó. Ella iba a despertar, pero quizá no siendo la misma chica y quizá no con el mismo brillo en los ojos.

La había jodido, me había jodido.

El desprecio y la aversión que dirigí alguna vez a mi progenitora, cayó como un balde de plomo sobre mis hombros.

Me acerqué con el sentido de alerta bien sujeto en un puño, la pantalla marcaba su presión, estaba bien. Su palidez era más que la normal y por un impulso me permití tocar el dorso de su mano.

Nunca lo había hecho, ni siquiera por error en los días que habíamos compartido hace menos de diez años. Era la primera vez que palpaba todo lo que había perseguido por años, y en ese momento supe que valía la pena seguir. No le harían daño de nuevo, no lo permitiría.

Y lo cumplí, a mi manera.

Muy a tu manera

La voz de su madre me sacó de mis cavilaciones y me escabullí hacia el cubículo de Bob.

¿Por sangre o elección?✔️ [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora