Por allí existe un refrán que quizá hayan escuchado o incluso empleado.
«Para gustos los colores»
Es versátil, sí. Pero aquí resalta por una razón en específico, gracias a él podría decirse que existe el modus operandi y la victimología.
Cada criminal de baja o alta alcurnia posee un gusto predilecto en cuanto a eso, y es que hemos descubierto tanta variedad: Veneno, estrangulamiento, armas de fuego, tortura, algunas un poco más especiales y paro de contar. Y lo mismo ocurre con el tipo de individuo que cada uno coge como blanco, algunos prefieren discriminar por género, raza, color de cabello o por clase social.
O por un conjunto de todo aquello.
Y como yo, hay para quienes el blanco en sí no es lo relevante, sino más bien el método, el proceso y claro, el resultado.
Después de todo, cualquiera puede morir. Pero no todos causan los mismos estragos ni sensaciones.
No negaré que las castañas me pueden, algo tiene que ver Peterson supongo. Pero en general no voy por allí con un radar de características encendido, si me entienden.
Con esto claro, y a sabiendas de que mi placer culposo no deriva precisamente del sexo, que sí, es un acto interesante y fisiológicamente necesario, pero la cosa está en que podría vivir sin ello. Creo justo mostrar que no siempre fui cien por ciento estricto con ese paradigma.
No cuando las hormonas podían con mis neuronas. No cuando mis neuronas llegaron a la conclusión de que incluso con esos actos banales podía adquirir ciertos beneficios.
Fue una etapa interesante, dicen que la práctica hace al maestro.
Y disfruto ser el mejor en lo que hago
Los clubes nocturnos me proveyeron más que mis primeras experiencias como asesino, la adolescencia va de la mano con descubrimiento, rebeldía y curiosidad. Y esta última me inclinó a querer descubrir qué efectos tenía el estar en una relación, cómo afectaba eso al individuo.
Cómo bajan sus defensas —y no hablo de las inmunes —, cómo cambian las perspectivas y principios. Todo aquello que reajusta la conducta de una relación. Lo había visto entre los conocidos, pero quería experimentarlo en carne propia. Al menos lo posible.
El sujeto de estudio número uno se llamaba Claudia. Entró al bar que más solía frecuentar como bar tender, era un jodido asco sirviendo tragos, ni sé cómo obtuvo el puesto.
Pero la mejor estrategia es la que se arma en base a tu oponente y en gestión de tus posibilidades. La observé por días mientras formulaba la mejor forma de acercarme y salir victorioso.
—¿En qué puedo servirte? —me preguntó tras servirle al sujeto a mi lado.
—Linda, creo que yo podría servirte más —sonreí rozando la amabilidad y el coqueteo que tanto había sobre actuado durante meses.
—¿A qué se refiere…? —instó para que le dijera mi nombre.
—Alan, llámame Alan. Déjame ayudarte, he aprendido algunas cosas —mencioné encogiéndome de hombros.
—Oh, está bien. Dígame —el brillo en sus pupilas era revelador. Una mezcla genuina de temor y curiosidad.
Me acomodé en el asiento para acercarme y crear una especie de círculo confidencial.
—El trago que le entregaste al otro sujeto está muy mal preparado —palideció un poco —Pero tranquila, yo no diré nada. Además con la cantidad de alcohol que le diste dudo que venga a reclamar.
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¿Por sangre o elección?✔️ [COMPLETA]
Mistério / SuspenseEl puente entre el blanco y el negro es frágil, la mayoría vive inmersa en el colorido intermedio tomando de cada extremo cada que lo amerita. Pero hay quienes encuentran comodidad en uno de los polos. _ _ _ Su...