Intentó abrir la puerta más cercana, pero, como era costumbre, su mano pasó a través de ella y luego su cuerpo completo. La confusión inundó su mente, y una sensación extraña lo invadió. Sin embargo, su rostro se iluminó al ver a David esperándolo.
—¿Lo lograste? —preguntó Charly, con una sonrisa en el rostro.
David asintió, aunque preocupado por la extraña experiencia.
—Sí, pero... pasó algo raro.
Charly estaba ansioso por contarle todos los detalles, pero David le recordó que estaba llegando tarde a su clase.
—¿Te parece si me lo cuentas de camino a mi clase? Estoy llegando tarde.
David aceptó la sugerencia de Charly, y juntos continuaron su camino. Mientras caminaban, Charly relató todos los detalles de lo sucedido en el salón y cómo había sentido dolor físico por un breve momento antes de desaparecer.
—¿Sabes por qué pasó eso? —preguntó Charly, buscando respuestas.
David se rascó la cabeza, pensando en ello.
—No lo sé.
—Uhm, esto de sentir objetos ya te ha pasado unas veces, ¿no?
—Sí, pero nunca sentía dolor —respondió David, reflexionando sobre las experiencias pasadas.
David consideró esto y comenzó a buscar patrones en las experiencias de Charly.
—Puede que hayas sentido dolor porque esta vez te has golpeado. Debe haber un patrón o algo que se repita. ¿Antes de poder sentir los objetos, hay algo que se repita en todos los escenarios?
Charly se sumió en sus pensamientos, recordando las veces anteriores en las que había logrado sentir objetos. La primera vez estaba aburrido, tratando de llamar la atención de David. La segunda vez había experimentado una profunda ternura hacia David. La tercera vez, estaba molesto porque no quería que David tomara sus cosas sin su permiso. La última vez, estaba frustrado porque no podía tomar un bolígrafo, aunque lo intentara con todas sus fuerzas.
—¿Los sentimientos fuertes? —preguntó David, notando el patrón—. Cada vez que sentía algo físicamente, estaba teniendo un sentimiento fuerte.
—Pruébalo —sugirió David—. Haz que una de tus emociones predomine e intenta agarrar algo.
Charly asintió y se sumió en sus pensamientos. Quería sentir nuevamente el contacto físico con el mundo, así que se concentró en un sentimiento: felicidad. Recordó los momentos más felices de su vida, cuando acariciaba el pelaje suave de su gatita, Peaches, o cuando tomaba fotografías a las nubes con formas más graciosas.
Charly se aferró a esos recuerdos, repitiendo en su mente "nubes y Peaches, nubes y Peaches" como si de un ritual se tratara. Trató de tomar la mano de David y, para su sorpresa, logró sentirlo. Una sonrisa iluminó su rostro y su emoción se transmitió a David, quien también se sorprendió.
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El amor de mi muerte
RomantikCharly es el alma de un chico que había fallecido hace dos años y vagaba en el mundo de los vivos buscando ese algo que lo dejara descansar en paz. David intenta buscarle el sentido a su monótona vida, además de ser el único que puede ver a Charly. ...