Charly caminaba por los alrededores, esperando pacientemente a que David terminara sus clases en la universidad. Aunque su deseo era pasar todo el tiempo posible con él, sabía que su presencia podía distraer a David de sus estudios. Por lo tanto, esos momentos de espera eran los que Charly menos disfrutaba, ya que se veía obligado a mantenerse en silencio o tendría que verse obligado a hablar con las otras almas que deambulaban por allí.
Entre las pocas almas con las que Charly había entablado conversaciones, se encontraba Thomas, una figura enigmática que había desaparecido misteriosamente de su vista hace algún tiempo. Aquel encuentro con Thomas había sido una de las experiencias más extrañas que Charly había tenido en su existencia como alma.
Decidió dar un paseo por las calles cercanas, tratando de evocar recuerdos de los días en que aún estaba vivo. El cielo estaba cubierto por densas nubes grises, pero para Charly, esta vista era hermosa en comparación con lo que la mayoría de las personas pensarían. Cuando el cielo estaba así, generalmente era un presagio de lluvia, y lo que más anhelaba Charly en ese momento era sentir la lluvia una vez más.
Una gota de lluvia se deslizó por su frente, seguida de otras. Pronto, la acera y la carretera comenzaron a humedecerse mientras las personas a su alrededor corrían para refugiarse bajo sus paraguas. Pero Charly, en cambio, se quedó quieto, disfrutando de la nostálgica sensación de la lluvia en su vacío cuerpo.
Recordó cómo en su juventud, habría salido corriendo de su casa, dejando su paraguas en la puerta, para correr por las calles bajo la lluvia. Su madre solía regañarle por temor a que se resfriara, pero eso no le importaba en lo más mínimo. Regresaría a casa empapado, tomaría un baño caliente mientras jugaba con su patito de hule y luego se vestiría con su pijama antes de acurrucarse en su cama. Aunque muchos pensarían que esos hábitos eran cosa de niños, Charly los había mantenido hasta bien entrados sus veinte años.
Mientras la lluvia seguía cayendo a su alrededor, Charly sintió un suave toque en sus hombros que lo hizo volver a la realidad.
—¡David, me asustaste! —exclamó Charly, sobresaltado por la presencia repentina de su amigo.
—¿En qué pensabas? —preguntó David, mirándolo con curiosidad.
—En nada —mintió Charly—. Bueno... en realidad, quería ir a mi casa a buscar algo.
—¿Qué quieres buscar? —inquirió David, intrigado.
—Es una sorpresa.
—¿Sabes que igual me voy a enterar, verdad?
Visitar la casa de Charly ya era una rutina aceptada tanto por su familia como por David. Aunque al principio fue difícil convencer a la madre de Charly que lo dejara pasar, con el tiempo, la familia de Charly había llegado a apreciar a David como si hubiera sido un viejo amigo.
Charly condujo a David hasta su habitación, donde le pidió que abriera el armario.
—Te recuerdo que ya sacamos las dos cajas que había ahí, y solo queda la caja que dice "juguetes" —advirtió David.
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El amor de mi muerte
RomanceCharly es el alma de un chico que había fallecido hace dos años y vagaba en el mundo de los vivos buscando ese algo que lo dejara descansar en paz. David intenta buscarle el sentido a su monótona vida, además de ser el único que puede ver a Charly. ...