Charly es el alma de un chico que había fallecido hace dos años y vagaba en el mundo de los vivos buscando ese algo que lo dejara descansar en paz. David intenta buscarle el sentido a su monótona vida, además de ser el único que puede ver a Charly.
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David y Charly se encontraban a las afueras de la escuela de Diana, la hermana menor de Charly. No podían desistir de la idea de que ese algo que necesitaba Charly para descansar en paz estuviera en su casa. Charly creía que su hermana podría ser la clave para convencer a su madre de permitir que David ingresara a la casa, incluso si eso significaba enfrentar la incredulidad de su familia.
Charly sabía que su madre, Ellie, nunca había aceptado su muerte y que cualquier mención de su nombre la sumía en el dolor y la negación. Pero Diana tenía una relación especial con Charly antes de su muerte. Él solía cuidar de ella. Eran el dúo perfecto, nadie podía ser capaz de separarlos a pesar de su gran diferencia de edad. Claramente todo cambió con su partida.
David miró a Charly con preocupación mientras aguardaban a que Diana saliera de la escuela. Charly estaba inquieto. ¿Y si aunque Diana le rogara a su madre no funcionaba su plan? ¿Y si nunca encontraban ese algo? ¿Y si terminaba vagando en aquel mundo por la eternidad viendo como todos se iban en paz y él seguía ahí?
Finalmente, vieron a Diana salir contenta hablando con sus amigas y riendo de sus chistes sin notar la presencia de David.
—¡Diana! —exclamó Charly, emocionado por ver a su hermana una vez más, aunque ella no pudiera verlo ni escucharlo.
—¡Diana! —la llama esta vez David.
Diana lo mira primero un poco seria al pensar que se trataba de un extraño, pero luego reconoce su rostro y corre hacia él, a pesar que su madre repetidas veces le había dicho que no hablara con extraños. Pero él conocía a su hermano, entonces no debía ser un extraño.
—Eres el chico que puede ver a mi hermano, ¿verdad?
—Sí, soy yo. Necesito que nos ayudes. Charly está aquí conmigo y quiere que convenzas a tu madre para que me deje entrar a tu casa. Pensamos que si tú le hablas, podrías convencerla de que nos permita entrar aunque sea por un momento. Hay algo que lo tiene atado a este mundo, y necesitamos averiguarlo para que tu hermano pueda descansar en paz como las demás almas.
—¿Eso significa que ya no lo podrás ver?
—Sí, se que suena un poco devastador, ya que ahora puedes comunicarte con él a través de mí y que cuando se vaya ninguno de los dos podrá verlo, pero es lo mejor para él. Tan solo imagina lo triste que se sentiría si se queda en nuestro mundo solo por siempre.
—¿Él quiere irse? —pregunta con un nudo en la garganta.
—Por más que duela sí, Charly quiere irse.
Diana miró a David con curiosidad y luego asintió lentamente.
—Haré lo que pueda, pero no prometo que mamá esté dispuesta a escucharme.
Diana se dirigió al dormitorio de su madre. Ellie estaba sentada en la cama, con una foto de Charly en sus manos y lágrimas corriendo por sus mejillas. Diana se acercó con cuidado y tocó el hombro de su madre.
