Charly es el alma de un chico que había fallecido hace dos años y vagaba en el mundo de los vivos buscando ese algo que lo dejara descansar en paz. David intenta buscarle el sentido a su monótona vida, además de ser el único que puede ver a Charly.
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10 de noviembre, 2014 - 1:33 p.m.
—Te quedan bien esas flores, Charly. El amarillo es tu color.
—¿Quieres que te haga una corona para ti también?
—No sé si a tu madre le guste que estés arrancando sus flores.
—Es para una buena causa.
—Eres cruel, las flores no te han hecho nada.
—¿Por eso me estás grabando? ¿Me vas a acusar con la policía?
Charly tomó una rama y fingió que era una espada.
—¿Te crees capaz de poder acusarme?
—¡Lo haré! ¡Tu espada no me intimida!
—Oh, qué ingenuo, mi amiguito Fred. ¡Vamos a ver si sigues diciendo lo mismo!
Ambos se echaron a correr imaginando una épica pelea con pequeñas ramas como espadas. Charly iba por detrás persiguiendo a Fred, mientras que este último corría por su vida tratando de grabar todo lo posible.
—¡Por favor, Rey Charly! ¡No me mate! ¡Prometo no acusarlo!
—Despídete de tu vida, Fred.
—¡Chicos a comer! —la voz de una mujer apareció en escena, era la mamá de Charly.
—¡Ya vamos! —le respondió Charly—. Te salvaste por poco, pero esto no quedará así.
David apagó la cámara que había estado utilizando para grabar el inusual momento y la dejó sobre su escritorio. A pesar de las circunstancias, Charly parecía ser el mismo chico que había sido en el video. Su personalidad vibrante y alegre seguía intacta a pesar del paso de los años.
David se sumió en sus pensamientos mientras revisaba los diarios de Charly. En ellos, encontraba pequeñas notas y recuerdos, pero nada que revelara lo que había sucedido entre ellos para que se distanciaran. Surgía la pregunta: ¿habría sido porque Charly se había enamorado de su mejor amigo? La incertidumbre y la curiosidad lo consumían.
Charly, dejando de lado los diarios, se acercó a David, rodeándolo con sus brazos y apoyando su cabeza en su hombro.
—¿Sabes qué día es hoy? —le preguntó Charly abrazándolo por detrás.
—¿10 de noviembre?
—¿Y sabes qué se celebra ese día?
—No lo sé, pero debe ser una fecha importante porque te ves muy feliz.
—Hoy sería mi cumpleaños número 22.
—No sé si sea correcto decir esto sabiendo que estás muerto, pero felicidades. ¿Qué quieres hacer hoy?
