Capítulo 35

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Para que no os perdáis, han pasado como 3 meses desde el capítulo 34.

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Miércoles, 2 de Julio.
7:58pm
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El calor del verano sobre Oakland estaba esperándome en cuanto pusiera un pié en la calle. Pero por ahora estaba a una temperatura medianamente normal dentro de la cafetería donde me pasaba ocho horas al día, durante cinco días a la semana.

El mes que viene cumplía ya los esperados dieciocho y el último curso antes de la universidad me esperaba.

Si quería entrar en una no iba a ser gracias a una beca, eso estaba claro, así que yo me pagaría la mitad con el sueldo de estos tres meses y los otros tres siguientes del próximo verano, y mis padres se encargarían del resto.

Era mi primer trabajo en toda mi vida, y aunque el mes pasado parecía un mono con patines llevando bandejas y preparando cafés, James me ayudó a integrarme en ese mundillo.
James es mi jefe, es un tipo serio y soltero de unos cuarenta años que casi ni habla cuando está trabajando, pero en cuanto el local se cierra te habla como si no pareciera que había estado enfadado durante todo el día.

Los Donahoe no trabajaron este verano a diferencia de Alex y yo, así que ellos sí podían disfrutar de las playas cuando querían.
Aunque bueno, no me quejo.
Tenía los fines de semana libres y Alex no.

Me faltaban tres mesas por limpiar antes de cerrar cuando la campanilla de la puerta sonó.

--¡Mueve ese culito que es viernes!

Me ha faltado decir que Rose trabaja en la heladería frente a mi cafetería y que ella cierra quince minutos antes que yo.

--Relájate, aún tengo trabajo.

Mientras pasaba el trapo mojado por la mesa la miré y le sonreí en forma de saludo.
Ella caminó dando saltitos hacia la barra donde se dejó caer en la silla.

--Estoy deseando que termine este jodido verano. --refunfuñó. --¿Te puedes creer que hoy dos tipos me han llamado quinceañera? ¡Este uniforme me eclipsa!

Me reí y pasé a la siguiente mesa.

--Llevamos tan sólo un mes, quedan dos. --la animé. --Y el uniforme no te queda tan mal.

Más que un uniforme de trabajo parecía un disfraz de marinera, pero eso no iba a decírselo porque sinó se hundiría.
Más me vale mantenerla contenta. Cuando se enfada es aún más pesada.

--Gracias. --descansó sus codos en la barra de manera relajada. --Aunque yo no puedo decir lo mismo...

Jadeé ofendida y le lancé el trapo sucio y mojado.
Ella lo cogió en el aire y le salpicó un poco en la cara. Le salió una mueca muy graciosa.

--La próxima vez te meteré la cabeza en el fregadero.

Volvió a lanzarme el trapo y levantó sus manos en señal de rendición.

--Eh, niñas, con los utensilios de trabajo no se juega. --apareció James, ya vestido con su ropa normal. --Venga, vayan saliendo que hoy es viernes.

--¡Viernes! --gritó Rose, dando un salto para ponerse en pié.

--Ustedes parecen hermanos a veces. --caminé hasta la barra para guardar todos los utensilios de limpieza. Lo dejé todo en orden y salí. --¿Ya están ahí? --le pregunté a Rose refiriéndome a los hermanos Donahoe.

--Sí, y cada vez que los veo más bronceados están. --contestó la castaña.

Me despedí de James con la mano y salimos por la puerta.

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