Capítulo 38

1.1K 118 79
                                    

Si extrañábais a Billie, aquí está:3
Un pequeño resumen de lo que ha estado haciendo.

Pd: Ahora lleva el pelo negro (en la historia), igual que en la foto, solo que un poco más cortito.

_________
Narra Billie
_________

--¡Ya voy, ya voy!

Volví a la barra a paso rápido con la bandeja vacía, la dejé sobre la madera y tomé la otra bandeja, que estaba a revosar de copas de champán.
Estaba cansada y tenía muchisimo calor porque caminar a paso rápido sin parar durante ocho horas y media en pleno verano, agota.

Las serví correctamente y volví a mi sitio, donde Joel me seguía con la mirada.

Me puse nerviosa y al pasar por la barra levanté el codo para secarme el sudor de la frente con mi manga, tirando un vaso por el camino.

--¡Hope! Apúntalo en su lista. --gritó sin levantar la cabeza del iPad.

Miré a mi compañera al otro lado de la barra, esta se giró y apuntó algo en la libreta de "sueldo a descontar de Billie".
Rodé los ojos y continué con mi trabajo.

Odio a Joel.

Mi turno estaba por acabar aunque el restaurante estaba repleto a las doce de la noche.
A parte de ser restaurante, también es cafetería y club, por lo que se mantiene abierto casi las veinticuatro horas del día.

Obviamente yo tengo sólo un turno, pero como Joel paga bien a veces hago casi dos.
Y cuando no, me gusta sentarme en la zona del club porque siempre sube gente a cantar al pequeño escenario improvisado.
Es algo que no he visto en Oakland, y me gusta que cualquiera que sepa tocar la guitarra o cantar, suba ahí para mostrarnos su talento.

Hope se ocupaba de la caja mientras que yo ponía todas esas copas en el lavavajillas a su lado.

--Dime que no has apuntado nada.

La vi sonriendo. --Dejé de apuntarte cosas desde que llegaste a los 50.

Solté el aire aliviada.

--Eres la mejor compañera.

--Sólo somos dos trabajadoras en esta zona. --se rió. --Más faltaría.

Esa noche no tenía planeado quedarme un rato más para escuchar a los nuevos artistas. Prefería volver a casa con mis abuelos y Finneas, y tal vez me atrevería a llamar a Chris.
Pero cuando me cambié de ropa y salí al restaurante escuché una melodía de guitarra muy bonita, seguida de una voz femenina muy suave.

Rodeé la zona del restaurante y entré a la sala de los sofás, donde estaba el escenario.
Una chica estaba en mitad de este, sentada, con una guitarra en su regazo y el micrófono delante.

La escuché atentamente mientras me dirigía a la barra, donde me senté.
Todos en la habitación la escuchaban atentamente.

--Joel dijo que hoy no aceptaste el turno.

--No vengo a trabajar, tal vez mañana. --miré al chico pelirrojo. --Dame una cerveza, por favor.

--Marchando.

Si me dices que te vas, te lo pondré fácil.
Todo irá bien.
Si no podemos detener el sangrado, no tenemos que arreglarlo.
No tenemos que quedarnos.
Te amaré de cualquier manera.

La forma en la que cantó la última frase me hizo pensar en ella.
En cuando podíamos estar juntas y me hacía olvidar que cuando llegara a casa todo volvería a irse a la mierda.
O en cuando la conocí y me aguantaba la risa ante los ataques de histéria que le daban cada vez que yo abría la boca.

RED THREADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora