Capítulo 25

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Estar encerrada en mi habitación durante 7 días ha sido una tortura... Menos mal que existe wattpad!!

Escribir me ha distraído mucho.

Espero que disfruten el capítulo, dejen por ahí abajo la estrellita ⭐️

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22:35pm
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No quería que se fuera.

Finneas pasó por casa cuando estábamos cenando y habló con nosotros.
Nos aseguró de que todo estaba tranquilo, que incluso él había vuelto a casa y que Maggie necesitaba a Billie.
Ya era hora de que volviera a su casa, llevaba días escondiéndose en la mía.

Yo me mantuve callada en todo momento hasta que tuve que preguntarle si estaba seguro de que todo estaba en orden.
No quería que Billie volviera a pasar por algo así. No quería volver a ver tanta sangre en su rostro nunca más.
Él me lo prometió y entonces le pregunté si podía pasar la noche aquí, ya que aún no habíamos ni acabado de cenar.

Y cuando él dijo que sí Billie emitio un gritito y me abrazó.

--Ya lo sabes, si ves que algo va mal sólo tienes que llamarme. --le dijo mi madre secando los platos y metiéndolos en el mueble de la cocina.

--Gracias. --sonrió Billie, apoyada en la encimera. --De verdad, muchas gracias por acogerme estos días... Les debo mucho.

--Idiota. --dije desde el marco de la puerta. --Lo único que nos debes es que vuelvas a cocinar esos espaguetis que hiciste.

Mi madre rió de espaldas a nosotras.

--Cocinaré para todos menos para tí. --me dijo cruzándose de brazos y escondiendo la sonrisa.

Abrí mi boca haciéndome la ofendida y ella me imitó exeradamente.

--Eres una pesada. --contesté riendo.

Ella me sacó la lengua y mi madre giró su cabeza para mirarnos.

--Las dos sois unas pesadas. --dijo y las tres nos reímos.

Cuando volvió a girarse para secar los últimos platos, miré a Billie que ya se había sentado sobre la encimera y movía sus piernas en el aire.
Moví mis labios para que leyera en ellos: te odio y me mostró el dedo del medio con esa sonrisa que le sale cuando quiere molestarme.

Y dejé de apoyarme en la puerta de la cocina para ir a ducharme.
Seguro que olía fatal.
Sudé mucho jugando al futbolín.

Cuando salí de la ducha enrollé mi cuerpo en una toalla, me sequé un poco el pelo con otra y reproducí Adore you de Harry Styles en mi móvil.
Lo dejé sobre el lavamanos y me fuí tarareando hacia mi habitación, donde abrí el armario para buscar un pijama calentito, de esos suaves y aterciopelados.

Cuando cruzaba la puerta me choqué con ella, que justo iba a entrar.

--¡Ay! --me quejé, sujetando el pijama con una mano y la toalla con la otra. Casi se me cae.

--¡Perdón! --se hizo a un lado y miró al suelo.

Me reí nerviosa y pasé por su lado mientras que ella casi se pega a la puerta para ni siquiera tener que rozarme.
Y sabía que cuando ya estaba de espaldas me estaba mirando.
Lo sentía.
Así que me giré en el pasillo y la vi aún ahí parada.

Cuando le sonreí, ella suspiró y entró con prisas a la habitación.
Me contuve la risa, pero estaba riéndome interiormente porque ella siempre intenta molestarme o avergonzarme para que me ponga nerviosa y así me sienta intimidada.
Y cuando los papeles cambian, que eso sucedía poco, me gustaba.

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