Capítulo 49

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--¿De verdad sólo por eso? --preguntó divertida, pero sus ojos seguían vidriosos. --No te hagas la du...

Interrumpí su frase cuando me incliné aún más para poder llegar a sus labios.

Cállate y bésame, Billie Eilish.

Cuando pasó todo lo de Clairo, Rose y su fama, juro que jamás pensé que volvería a besarla.
Mis esperanzas se fueron hace mucho tiempo, y ahora ella estaba sosteniendo mis mejillas besándome de una manera tan lenta que mi pobre corazón no podía soportarlo.

Sus labios se movian con majestuosidad sobre los mios, provocándome una punzada eléctrica que se extendía por todo mi cuerpo.
Cada tacto, cada roce y cada suspiro de ambas que se ahogaba cuando volvíamos a unir nuestros labios, fueron el detonante para que una lágrima inesperada bajara por mi mejilla.

Ella la notó y se separó un poco para poder mirarme a los ojos.
Relamió sus labios antes de hablarme.

--¿Estás bien?

Una temblorosa sonrisa se formó en mi boca.

--Es que he deseado tantas veces este momento que... que creo que me he olvidado de cómo respirar. --solté.

Ella rió con la boca cerrada y desde esa corta distancia pude notar cómo sus ojos estudiaron todo mi rostro.

--Voy a besarte otra vez si me prometes que nunca más vas a dudar de mi amor por tí. --me dijo.

--Y yo voy a besarte otra vez si me prometes que jamás vas a irte por tanto tiempo.

--Prometido.

--Prometido. --repetí, abalanzándome sobre ella.

Cuando nuestros labios volvieron a unirse su espalda cayó sobre la cama, mi cuerpo siguió al suyo y mis manos buscaron las suyas para colocarlas a los lados de su cabeza mientras entrelazaba nuestros dedos.
Solté una de sus manos para sostener su barbilla y profundicé el beso.
Ella aprovechó para acariciar mi espalda con su mano libre.

Fué ahí cuando volví a llenarme de su sabor, y me sorprendí a mí misma porque a pesar del tiempo, no lo había olvidado.
Tenía la sensación de que habíamos retrocedido en el tiempo, justo a esos meses donde estuvimos juntas y nos besamos tantas veces sobre esta cama que no podría contar cuántas fueron las ocasiones.

--Te amo... --susurré sobre sus labios.

--Y yo a tí, Christine Collins.

***

Mi día a día del verano seguía siendo el mismo; levantarme tarde, comer con prisas, ir al trabajo por la tarde y volver a casa cuando el Sol comenzaba a esconderse.

La diferencia ahora es que no podía dejar de sonreir.
Volvía a sentir aquella paz mental, esa sensación de tenerlo todo en su lugar, esa libertad, esas cosquillas en mi estómago cuando me llegaba un mensaje suyo.

Tuvo que irse para continuar con su gira, una gira que acabaría en unas semanas y que me tenía impaciente porque la quería toda para mí.
Me entretenía viendo esos vídeos en las redes sociales de ella llegando a la ciudad donde se celebraría el concierto, videos de toda esa gente gritando de manera histérica por poder verla a tan sólo unos metros, videos de ella dándolo todo en el escenario, haciendo llorar y gritar a sus fans, haciendo lo que más le gusta; cantar.

Me parecía irreal que esa persona sobre el escenario fuera la misma a la que conocí y me enamoré hace un año y medio, porque no cabía en mi cabeza que alguien tan maravilloso y angelical estuviera enamorada de mí.
¿Quién podría creérselo?
Vamos, es la mismísima Billie Eilish. Es algo casi imposible de creer.

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