Capítulo 44

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4:36pm
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Lo que sucede en tu instagram cuando buscas demasiado el perfil de esa persona o miras demasiadas publicaciones de cuentas fans, es que la lupa se te llena con publicaciones relacionadas.

Habían muchas publicaciones donde se veía a Billie junto a Finneas y su padre en el aeropuerto, por las calles de Oakland, fotos con fans, fotos en la puerta del hotel donde se hospedaría.
Zoe la había visto esta mañana cuando llegó, y yo no pude probar bocado en todo el día porque el corazón me iba a salir por la boca en cualquier momento.

Nuestras entradas eran algo así como VIP.
Teníamos asientos en el palco junto a los encargados de las pantallas y las luces, y entrada al backstage después del concierto.
Ya teníamos listas las pancartas y las camisetas.

A mi me tocó la camiseta con la letra K.
Al final decidimos la palabra Oakland sin el corazón al final porque Gabe no pudo venir.

--¿Llevas el cargador portátil?

--Sí.

--¿Memoria en la cámara?

--Sí.

--¿Tu pancarta lista?

--Mamá, me estás poniendo más nerviosa de lo que estoy. --me puse seria. --¿Podrías por un momento hacer ver que estamos yendo a un concierto de Harry Styles y no al de Billie?

--¿En cual de los dos estarías más nerviosa? --habló papá al volante.

Resoplé en mi asiento.
Probablemente estaría igual de nerviosa.

Las calles y la ciudad parecían estar como siempre hasta que llegamos a la zona del pavellón.
La cola de siete mil personas rodeaba toda la manzana. Dicen que hubo grupos de gente que acamparon durante unos días para poder ver el concierto en primera fila.

El efecto Eilish, lo llaman.

Estacionamos en el parking lleno de coches donde nos encontramos con los demás.
Alex, Dylan, Zoe y Rose ya estaban de pié fuera del coche.
Le di un abrazo a la castaña de ojos verdes cuando llegué hasta ella.

--¿Por dónde tenemos que entrar? --preguntó mi madre.

--Hablemos con ese chico de seguridad. --señaló Dylan.

Le mostramos nuestros pases al chico y nos indicó el camino de nuestra entrada.
Llegábamos pronto, pero en media hora abrirían las puertas del pavellón para que la gente se fuera acomulando en la pista.

Rodeamos todo el edificio y entramos por una puerta grande donde habían varios hombres de seguridad supervisando a esos trabajadores que se encargaban de ir entrando el equipo técnico.
No hizo falta decir nuestros nombres, el pase que colgaba de nuestro cuello bastó para que nos dejaran paso.

--Cuando entren hay unas escaleras a mano derecha, suban hasta el tercer piso y el chico de la puerta os dejará entrar. --nos dijo aquel hombre tan gigante.

No me solté de la mano de Rose en ningún momento. Sentía que si la soltaba, mis piernas acabarían fallando y me caería al suelo.

Seguimos las indicaciones del hombre, el otro trabajador nos dejó pasar y llegamos al palco.
Teníamos la vista al escenario completamente libre, y cuando vi las pantallas blancas ocupando todo el fondo, el suelo blanco del escenario y me senté, me comenzaron a temblar las manos.

--Toma, para que te suba el azúcar. --Rose me tendió una lata de redbull. La miré extrañada. --Es que estás pálida, te sentará bien.

La acepté y le di unos tragos desesperados.

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