· ─ ❨ 𝗲𝘃𝗲𝗿𝘆𝗯𝗼𝗱𝘆 𝘄𝗮𝗻𝘁𝘀 𝘁𝗼 𝗿𝘂𝗹𝗲 𝘁𝗵𝗲 𝘄𝗼𝗿𝗹𝗱 ❩
ayúdame a disfrutar al máxi
mo de la libertad y del placer
Kenjiro era alguien fuerte, inteligente y perspicaz, pero sobre todo, tenía bondad en su corazón. S...
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Yamagawa Kenjiro quería hacer algo para terminar de retar a su familia. El día anterior habían tenido una discusión en donde no habían logrado llegar a ningún acuerdo, puesto que sus padres le pidieron casarse con la hija de unos empresarios importantes y unirse; a sabiendas que él era gay, usaron la excusa de que podía tener chicos a su disposición a escondidas. Kenjiro se preguntaba sí es que sus padres siempre habían sido así de enfermos, porque nunca aceptaría aquel trato.
—¿Qué será bueno en esta ocasión? —preguntó Kenjiro, lanzando un balón de voleibol a la pared en repetidas ocasiones—. Ya me perforé, el tatuaje está en proceso e incluso bajé mis calificaciones...
La región de Shibuya podía ser grande, pero Kenjiro no sentía que hubiera podido conocer sus alrededores ni mucho menos a las personas que vivían ahí. Sus padres lo tenían siempre encerrado en la casa, y si bien, tenía libertad, que a veces lo estuvieran vigilando no era nada agradable. Y es que ¿a quién le gustaba que lo siguieran? Era horrible, y Kenjiro estaba harto de eso.
Dispuesto a buscar algo más interesante que hacer en las calles de Shibuya, se colocó su chaqueta de cuero y unos tenis, para posteriormente saltar de la ventana de su habitación, cayendo en el patio. Era el segundo piso pero no era tan alto, lo cual agradecía porque era su forma de huir siempre. Kenjiro sonrió para sí mismo al salir del gran terreno de su familia sin ser descubierto, por lo que tomó su motocicleta, estacionada justo afuera de ahí, y se alejó. Pudo alcanzar a escuchar gritos de sus padres seguramente al no verlo salir.
—Ni siquiera sé porqué se preocupan tanto. De todas formas voy a volver, ya sea tarde o temprano —se burló en voz alta.
Al ir por las calles oscuras, solamente iluminadas por un par de linternas, podía apreciar la vida nocturna de Shibuya. A Kenjiro le agradaba. Creía que era muy llamativa y que nunca tenía descanso. Le pareció curioso ver a un chico con el cabello largo en una cola de caballo, y pensando en qué se dejaría crecer el cabello porque eso pondría locos a sus padres. Definitivamente lo haría.
El trayecto terminó de pronto cuando pensaba pasar a comprar un café, pero al estacionar su motocicleta frente al lugar, en el callejón de al lado se escuchaban ruidos de lo que parecía ser una pelea. Frunció los labios al oír los quejidos de dolor y por más que no le gustará la violencia, no podía dejar que alguien fuera golpeado en unas circunstancias así, en donde muy probablemente hubiera sido interceptado por los matones. Era lo más común. Así que Kenjiro se quitó la chaqueta de cuero y la aventó al suelo, exclamando a la vez:
