diecinueve

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Hasta hacía unos veinte minutos estaba siendo un día totalmente corriente para YoonGi, había asistido a sus clases de por la mañana; centrándose como siempre en aprender lo máximo posible aunque se sintiera aislado de todos allí, le gustaría ser capaz de socializar de manera tan cómoda como parecía ser para los demás, pero lo veía casi misión imposible. 

Su última clase había concluido, siendo esta unas prácticas en la cocina de la universidad. El alfa se encontró fregando los utensilios usados por su parte cuando su teléfono había vibrado en el bolsillo de su pantalón. >> YoonGi-ssi, necesito que vengas en cuanto te sea posible a la cafetería, necesito hablar con usted urgentemente. Gracias. << Era el mensaje que había recibido de parte de su jefe. 

Tan pronto como lo terminó de leer se sintió preocupado ¿Había hecho algo mal? Llevaba ya cerca de cinco años trabajando en aquella cafetería, no recordaba alguna vez en la que aquel hombre le llamase la atención, muy al contrario siempre le trataba de manera agradable. 

Con los nervios a flor de piel se dio toda la prisa que pudo en terminar de ordenar y limpiar su material para poder salir corriendo hasta la parada de bus más cercana, las personas lo habían mirado extraño por corretear por los pasillos, pero el albino es algo a lo que ya estaba acostumbrado. 

¿Y si lo iban a despedir? Ay, no. Amaba su trabajo, además, el sueldo le venía muy bien. Su familia era una de clase económica media, pero su carrera era costosa; y los cursos adicionales para especializarse en repostería también serían de elevado coste... quería poder ahorrarle a sus padres ese dinero, y a eso se le sumaba que tener siempre algo extra para poder mimar a JiMin le era de necesidad. 

No porque el omega se lo exigiera, sino porque él como persona y lobo enamorado querían que su futura pareja fuera la más feliz y satisfecha en cualquier ámbito, llevarlo a viajes, comprarle flores, comida rica y cosas que le gustasen. 

Absorto en estos pensamientos fue como acabó llegando a la cafetería donde tantas horas ya había estado. El alfa siquiera era capaz de mantener su aroma, estaba demasiado nervioso. -- B-buenas tardes. -- Saludó nada más entrar, encontrándose con su compañera de siempre, SeungWan. 

-- Hola, YoonGi-ah ¿Qué haces por aquí? ¿Viniste a almorzar? Hoy es tu día libre. -- Inquirió ella curiosa, pero contenta de ver al pálido por allí. 

-- N-no, es que ChungHee-nim me llamó porque necesita hablar conmigo. -- Murmuró sintiendo como su garganta se cerraba. 

La sorpresa se dejó ver en el rostro de la beta, a ella no le había comentado nada, siquiera que estaba esperando la llegada de YoonGi; y eso que había hablado con su jefe durante unos minutos al inicio de su turno. -- Oh, entiendo. Él está en el almacén ordenando un pedido que ha llegado hace unos minutos. Ya me contarás... qué tal. -- Dijo un poco preocupada, le daría mucha lástima si algo malo pasaba con el dulce joven. 

-- Gracias, Wanie. -- Agradeció el mayor apretando una de las asas de la mochila que llevaba sobre sus hombros. 

Tal y como ella le había indicado, se fue directo al almacén para poder encontrar a ese hombre. Estaba agachado abriendo un par de cajas las que tenía que seguir ordenando; pero fue algo que dejó de lado en cuanto se percató de la silueta de Min llegando por el pasillo. -- ¡YoonGi-ssi! Por fin está aquí. -- Saludó incluso antes de que el peliblanco pudiera cruzar el marco de la puerta, mientras se limpiaba sus pantalones un poco por haber estado sentado en el suelo. -- Vamos a mi despacho para hablar mejor ¿Quiere algo de comer o un refresco? -- 

-- N-no hace falta, ChungHee-nim... Gracias aún así. -- El alfa no había almorzado, pero la incertidumbre lo tenía con el estómago cerrado, solo necesitaba saber qué estaba pasando. 

Pequeño bollito || Yoonmin omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora