Vane

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Me empieza a frustrar el tener a una mujer desconocida en mi casa. 

Mi casa, apenas nadie conoce donde está mi casa, ni siquiera mi tripulación. Tan solo un par de socios y mi contramaestre. 

Soy una persona reservada, es lo mejor, me gusta que la gente sepa de mí, tan solo lo que yo quiero que se sepa de mí. 

Dar a conocer dónde vivo sería ilógico y arriesgado. 

Y por eso mismo, tener a una persona en mi casa que le queda nada por morir y que al mirarme siente pánico, no me agrada en absoluto. 

Sentirme un monstruo en mi casa, lo que faltaba. 

En qué momento me pareció buena idea traerla aquí. 

Suspiro en la mesa de mi humilde comedor. Pienso. 

Ya lleva casi dos días aquí, y en su estado, tarde o temprano se morirá, no quiere comer, no quiere recibir ayuda, pues al diablo con ella. 

Agradecida debe estar de al menos pasar sus últimos días en una cama bajo un techo. 

Resoplo cansado y algo molesto. 

Por qué haría yo semejante cosa. Traer a una mujer a mi casa. 

Me quedo un rato pensando. 

Sin embargo, a pesar de su total miedo por mí, ella parecía fuerte. 

Debía serlo. 

Maldita sea. 

No quiere ni verme, eso me molesta, está en mi puta casa y osa comportarse así, qué coño le pasa en la cabeza. 

Me levanto molesto, tengo un carácter de mierda, y me dirijo al cuarto donde está ella. 

Abro la puerta con rapidez y entro. 

La he sorprendido, ya que su cara no solo muestra completo terror sino que se le cae lo que tenía entre las manos. 

Se arrincona en la cama asustada. 

Me acerco mirándola, observando lo que hacía. 

Veo un poco de comida hecho puré, luego la mira a ella, su boca, su destrozada cara llena de sangre, suciedad y sudor. 

Debía haberme dado cuenta, no puede comer.

Decido destensarme un poco y me acerco con lentitud hasta ella. 

- no puedes comer porque apenas puedes mover la boca 

Ella sigue mirándome con esa misma expresión de desconfianza, miedo y terror.

Es irónico, me agrada provocar tales miedos a los demás, pero en este caso me enfada. No me gusta que me mire así, en mi casa, bajo mi techo, después de haberle salvado la vida. 

De todas formas, no hemos tenido oportunidad de hablar, lo más seguro es que se sienta perdida y desorientada, confusa. 

Pienso mis palabras por unos segundos. Le doy la espalda y comienzo a hablar.

- mi nombre es Vane, Gregory Vane, capitán pirata de esta isla - me presento - puede que no te acuerdes porque acabaste inconsciente, pero te encontré en la playa siendo pidiendo ayuda - inspiré profundamente como si me costara hablar - no preguntes por qué, pero te ayudé, te liberé de los piratas con los que estabas y te traje hasta aquí - terminé de hablar. 

Esperé un buen rato alguna respuesta por parte de ella, pero ninguna palabra salió de su boca. 

Perdí la paciencia. 

Amor entre un pirata y una exesclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora