Tras los días de descanso, zarpamos como se había planeado.
Confié en Clint para reclutar a los nuevos hombres, parecían fuertes y valientes, pero de todas maneras, todavía necesitábamos huecos por cubrir.
Navegamos hasta encontrar el barco que andábamos buscando.
Sin embargo, el barco negrero comenzó a tirar su carga, a los esclavos al mar. Un acto ruin que solo sirve para brindarse de la satisfacción de que no nos haremos con el botín una vez abordemos su barco.
Mandé bajar dos botes y recoger a los esclavos del mar mientras el resto se ocupaba de hacerse con el barco.
Atravesé con gusto mi espada en el estómago del capitán del barco negrero.
Un idiota que ni siquiera sabe luchar pensó que tirando a los esclavos no naufragaría su barco.
Já.
Sin embargo, me interesaba aquel barco español.
Una vez tuve a todos los esclavos ante mí, me comuniqué con ellos. La mayoría sí hablaban mi idioma y me comprendían sin problema.
Ante sus ganas por vivir y seguir adelante, tomé una decisión.
Les propuse unirse a mí hasta llegar a Tortuga.
Llevar juntos mi barco y este nuevo bajo mis órdenes y las de Clint quién tomaría el mando del nuevo barco.
Una vez en la isla, les otorgaría la libertad y la oportunidad a los más fuertes de unirse a mí.
Esto extrañó a parte de mi tripulación, pero confiaron en mí.
Una vez en Tortuga, vendí el barco a un pirata con gran poder adquisitivo cuyo navío había sido arrasado por la batalla contra los españoles.
EL botín fue cuantioso y suficiente para aliviar las dudas de mi tripulación ante mis decisiones de última hora.
En cuanto a los esclavos, como acordamos, les otorgué la libertad junto a una pequeña compensación económica para que puedan buscarse la vida como pudieran.
Unos cuantos de ellos, pidieron unirse a mi tripulación, eran gente fuerte y valiente, por lo que no tuve problema en acceder.
Cuando ya había terminado con todo lo correspondiente y estaba a punto de coger mi caballo y salir galopando hacia mi casa para ver cómo estaba ella y contarle todo lo que había pasado, un chico me dio el mensaje de que mi socio Juan de Dios, mi socio del burdel me mandaba llamar.
Suspiré y gruñí molesto, pero me resigné a ir ante él.
Atravieso el burdel ignorando la provocación de varias prostitutas y llego hasta el despacho de Juan.
Entro y me lo encuentro con una haciéndole una mamada.
- qué oportuno... - dice.
- largo - ordeno a la chica, y esta obedece rápidamente.
- qué poder tiene con mis chicas - se ríe mientras se cierra los pantalones.
- qué coño quieres - gruño.
- conversar, hace tiempo que no lo hacemos
- no tenemos nada de qué hablar - respondo.
- venga, no seas así... - ¿acaso se burla de mí?
Me doy la vuelta y hago el amago de irme. +
- Vane, no me hagas enfadar - dice con un tono diferente, nada burlón como antes, sino serio e intimidador.
ESTÁS LEYENDO
Amor entre un pirata y una exesclava.
RomansaVane, un temible y poderoso pirata salva a una joven esclava secuestrada por unos piratas que estaba siendo torturada, maltratada y violada por estos ruines seres. No entiende por qué lo hace, ni tampoco por qué la lleva hasta su casa, la cuida y le...