Vane

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El último que queda intenta suplicarme clemencia, pero la hoja de mi espada es más rápida y le raja el cuello provocándole una muerte agonizante. 

Limpio mi espada de la sangre de esas mierdas con la tela de la ropa de uno de los cuerpos. 

Puedo escuchar la agonía de unos cuantos, no siento remordimiento alguno. 

Suspiro y giro la cabeza mirando al resto de la poca tripulación que he permitido vivir. 

El cocinero y los piratas negros. 

Estos me miran extrañados por mis actos, pero lo suficientemente intimidados como para no hacer nada para impedirlo. 

En esta isla todos me conocen, saben que si hago algo es porque tiene una razón y nadie, absolutamente nadie, debe atreverse a cuestionarme. O sino que se atenga a las consecuencias. 

Me acerco a ellos y se estremecen del miedo. 

Les miro serio, alimentándome de su miedo. 

- maté a vuestro capitán y a parte de vuestros hombres una noche, ahora he matado a más de la mitad de lo que quedaba, quedáis solo vosotros - ellos permanecen sin decir nada. Respeto. Miro al cocinero - tú, en mi barco hace falta un cocinero que haga algo más que pelar patatas y hervirlas, y vosotros, - me dirijo al resto - siempre hacen falta hombres fuertes y valientes, iréis al puerto y preguntaréis por Clint, él os reagrupará en diferentes tripulaciones con un sueldo justo 

Me miran sorprendidos. 

No espero su respuesta y me voy. 


Regreso a casa. 

Veo que está encendida una vela. 

Llega hasta la puerta y ella es quien la abre. 

Nos miramos. Aguanto su mirada de confusión y expectante por una explicación de a dónde he ido. 

Siento que todo mi cuerpo se relaja al verla. 

Esta mujer me transmite paz, calidez, sensación de hogar. 

Frunzo el ceño extrañado por mis propios pensamientos y sensaciones. 

La miro. 

- ¿estás bien? 

Aquella pregunta me sorprende, esperaba que me preguntara dónde había ido o qué había hecho. 

Pero no, me ha preguntando por mí, si estoy o no bien, por qué. 

Por qué se preocupa por mí. 

Por qué. 

Esta mujer me desconcierta.

Sonrío ligeramente y asiento. 

Ella se aparta para dejarme pasar. 

- he hecho la cena... espero que tengas hambre - me dice mientras me coge la chaqueta que me quito para colgarla y luego el cinturón. 

Me impregno del delicioso aroma de la comida, cierro los ojos de placer. 

¿qué es esta sensación tan extraña?

Me siento y ella hace lo mismo delante de mí. 

Hago el amago de servirme, pero ella se adelante y lo hace por mí. 

Me quedo mirándola. Es algo que suele hacer desde que empezamos a comer juntos. 

Se pensará que no me doy cuenta, pero siempre hace lo mismo, me sirve la mayor porción y con más carne. 

Amor entre un pirata y una exesclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora