Lina

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Pasaron dos días de cuando se fue él. 

Como había dicho, no volvió, dijo que esa noche desembarcaría y regresaría en unos días. 

Porque es un pirata... 

Tiemblo al pensar en eso. 

Sin embargo, aquí sigo, en su casa, en la casa de un pirata. 

¿debería salir y correr de aquí antes de que vuelva? 

Seguramente sí. Pero me es imposible. 

El solo hecho de pensar en cruzar la puerta y encontrarme de nuevo con el cruel mundo me aterroriza. 

No entiendo por qué, pero aquí me siento segura. 

En la casa de un pirata... 

Ladeo la cabeza para ahuyentar esos pensamientos que me atemorizan. 

Me incorporo de la cama. 

Él me dijo que me recuperara y eso he hecho, no porque me lo ordenase, sino porque tiene razón. 

Debo recuperarme del todo, de mis heridas, al menos las del cuerpo, porque las del alma sé que por el momento son incurables. 

Respiro despacio. 

Salgo de la cama y bajo las escaleras. El silencio me alivia, me hace sentir confiada, sobretodo cuando he pasado mucho tiempo en sitios ruidosos, gritos de borrachos, disparos, peleas...

Miro en la cocina y me encuentro la olla de sopa. 

Antes de que se fuera, él trajo otra olla. 

Por qué lo haría. 

También me curó las heridas pienso a la vez que me miro las vendas y me acaricio la cara. 

No sé qué siento al respecto.

Siento confusión. 

No sé qué hacer. 


Me niego a salir de la casa. 

Por ende, me ocupé de todo lo relacionado con el interior de la casa. 

Él se refirió a esta casa como ruinas, y no creo que sea así, sí que es verdad que estaba muy vacía de muebles y apenas habían algo. Las paredes estaban sucias, al igual que el suelo. 

Parecía que nadie había usado esta casa en años. 

¿acaso él no usaba esta casa? 

De una u otra forma, en cuanto pude, me puse manos a la obra y empecé a limpiarlo todo a fondo. 

Un día, alguien llamó a la puerta de repente, era un hombre.

 Aquello me dio un susto que por poco y me desmayo. 

Gracias al cielo, se fue sin insistir. 

Me acerqué a la ventana para ver de quién se trataría y mi sorpresa fue ver un saco en la puerta. 

Lo había dejado aquel sujeto. 

Tras mucho meditarlo, decidí abrir la puerta y mirar en aquel saco, se trataba de comida, mucha comida. 

Mi boca se hizo agua al ver el pan y el pescado, junto con la leche y los granos. 

También vi que había dejado un barril de agua potable en el jardín. 

Pensé en que se había cumplido un milagro del cielo, ya que la sopa hacía un día que se acabó y el agua poco le quedaba. 

Luego caí en la cuenta de que solo podría haber sido una persona, ¿él? 



Amor entre un pirata y una exesclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora