Lina

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Los cantos de los pájaros y los cálidos rayos de sol me hicieron abrir los ojos poco a poco. 

No tengo miedo, no me siento aterrorizada, eso me confunde. 

Tardo unos segundos en abrir los ojos del todo y me encuentro con la cara de Vane profundamente dormido. 

Me quedo mirándole hipnotizada. 

Recuerdo lo que ocurrió, él llegó y me salvó, otra vez. 

Suspiro delicadamente para no despertarle. 

Soy incapaz de dejar de mirarle, veo que me abraza con sus fuertes brazos con fuerza, estoy pegada a su pecho, yo también le abrazo a él.

Respiramos cómodos y calmados. 

Y lo entiendo, no tengo miedo porque estoy con él. 

Él me protege. 

Aspiro su aroma. 

Pasé tantos días sintiendo en un infierno que creí que moriría en cualquier momento. 

Pero ahora me siento en el cielo, segura y protegida. Me arrincono un poco más en él y sonrío. 

Él se mueve un poco y estrecha su abrazo en mí. 

Le vuelvo a mirar, soy incapaz de hacerlo. Me quedaría así toda la vida. 

Qué me está pasando Dios mío... 

Observo cada detalle de él. 

Entonces, acerco una mano lentamente y acaricio delicadamente su cara, su mejilla raspa por el barba incipiente, su piel morena del sol es gruesa y fuerte, tiene alguna cicatriz que rodeo con mis dedos con suavidad... su nariz... sus ojos cerrados, sus largas pestañas, su pelo revuelto... 

Creo que adoro todo de él.

Juego tocando su nariz, es grande y curva, la repaso con mi dedo y sonrío divertida. 

En ese momento, sus ojos se abren y se encuentran con los míos. 

Alejo mi mano de su cara deprisa y le miro con los ojos muy abiertos sorprendida y avergonzada. Espero no haberle despertado.

Él clava sus ojos en los míos. 

No decimos nada ni nos movemos, solo nos miramos. 

Entonces su expresión se endurece al mirar en un punto en mi cara y acerca su mano hasta tocar con mucha delicadeza alrededor de una herida de mi mejilla. 

- hijos de puta... - susurra para sí mismo.

Veo un brillo en sus ojos, ¿ira? ¿está enfadado? ¿porque me hayan hecho daño?

Luego me mira a mí de nuevo. 

- qué más te han hecho - me pregunta serio. 

Parpadeo. 

- nada más... - digo algo tímida.

- no me mientas Lina - dice enfadado - por cada herida que te hayan hecho le cortaré la cabeza a uno de sus hombres 

Debe referirse a Juan de Dios, ese hombre que vino una vez capturada por sus hombres y que me hizo preguntas que tuve que contestar o sino me haría mucho daño. 

El brillo de sus ojos se intensifica. 

No quiero que se enfade. 

Acerco una mano y acaricio su mandíbula mirándole todo el tiempo. 

Él se queda mirándome y relaja su expresión y todo su cuerpo. 

- ¿estás bien? 

Asiento.

Amor entre un pirata y una exesclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora