Vane

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Esperé en la sala paciente a que ella se arreglara. 

Estaba nervioso y lleno de ira, intentaba mantenerme sereno por ella, pero mis impulso de ir y cortarle la cabeza a Juan solo iban en aumento. 

Hijo de puta. 

Lo pagará, pagará lo que le ha hecho a ella. 

Me sorprendo apretando tanto los puños que siento que se me adormecen. 

Intento calmarme, suspiro, alzo la mirada. 

Está tardando mucho... 

Entonces me levanto y subo hasta el cuarto. 

Doy tres toques suaves a la puerta. 

- ¿Lina? 

- ¿si...? - dice tímida. 

- ¿ocurre algo? 

- esto... 

- estás tardando mucho - digo serio. 

- yo... - no termina la frase. 

Nos quedamos en silencio. Cada uno a un lado de la puerta. 

- júrame que no te enfadarás 

Frunzo el ceño. 

- ¿qué? 

- júralo 

- no sé de qué hablas 

- necesito que me ayudes, pero prométeme que no te enfadarás - dice temerosa.

Bufo molesto. 

- qué ocurre - digo fríamente. 

Se hace de nuevo el silencio. Me impaciento, pero me aguanto hasta que ella vuelva a hablar. 

- entra... - dice con un hilo de voz. 

No espero un segundo más y abro la puerta lentamente. 

Me quedo mudo al verla medio con el torso superior desnudo, y aunque había soñado con un momento como este la sensación que sentí no fue la esperada, su espalda estaba maguñada  y golpeada, herida. 

El calor de la ira que sentía subía por mi cuerpo poco a poco. 

- necesito que me ayudes a ponerme el vestido por favor... - dice triste. 

Me acerco a ella lentamente. La obligo a mirarme. Sus ojos muestran tristeza y timidez. 

- me duele, así que no puedo yo sola... 

- lo haré yo - le respondo rápido. 

Ella asiente tímida. 

Cojo el vestido y lo subo con la mayor de las delicadezas que puedo, no quiero hacerle daño. 

Ella se estremece y yo cierro los ojos aguantando tal cantidad de emociones que siento que voy a explotar. 

Dejo de nuevo el vestido y suspiro. 

- voy a ir por la pomada - digo y voy. 

Regreso rápidamente y le trato las heridas con mucho cuidado de hacerle daño. 

Ella se encoge y gime en alguna ocasión por el dolor.

Aprieto los dientes de la rabia que siento. 

Paso mis dedos por cada centímetro de su espalda. 

- deberías habérmelo dicho... - susurro molesto conmigo mismo - esta noche te habré hecho daño apretándote 

Amor entre un pirata y una exesclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora