Lina

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Ya era de día, el sol iluminaba fuertemente. 

Yo desempolvaba los libros unos por uno, con mucho cuidado. 

Me había puesto con esa tarea porque podía estar cerca de él mientras dormía plácidamente en el sillón.

No quiero imaginarme lo cansado que estaba para que duerma tan profundamente  tantas horas seguidas.

De vez en cuando me sorprendía mirándolo como una tonta. 

Mientras esperaba me dedicaba a mi tarea, oí cómo se movía y finalmente se despertaba con un fuerte bostezo. 

No me giré, no quería molestarlo. Quería dejarle despertar tranquilamente. 

Ya se daría cuenta de mi presencia en cualquier moment... 

- buenos días Lina - oigo de repente. 

Una sensación de sorpresa y calidez sacude mi interior. 

Me quedo inmóvil por unos segundos. 

Reacciono y me giro con una sonrisa algo tímida. 

- buenos días 

- ayer me quedé completamente dormido... - dice desperezándose. 

- eso es quiere decir que soy muy buena dando masaje o que estabas muy cansado - bromeo. 

- por qué no las dos - me responde sonriente. 

Aquello hace que me sonroje. Aparto la mirada tímida y me obligo a centrarme de nuevo en los libros. 

Oigo cómo se estira y se levanta del sillón. 

Los pasos viene hacia mí. 

Me pongo nerviosa. Le noto en cerca de mi espalda. 

No dice nada. 

Puedo sentir su aliento en uno de mis hombros. 

Está realmente cerca y eso me pone aún más nerviosa y acelera mi corazón. 

- ¿te gustan los libros? - pregunta de repente. 

Yo me giro hacia él y me encuentro con su boca muy próxima a la mía. 

Mi primer impulso es dar un paso hacia atrás. 

Sonrío nerviosa. 

- no... no sé leer 

Él me mira. 

- de pequeña intentaron que aprendiera para no ser una esclava ignorante, pero al no tener paciencia conmigo solo gané castigos, luego los amos decidieron no costearme más estudios y ahí terminó mi relación con la lectura - explico. 

Él me escucha atento y algo serio. 

Siento algo de vergüenza por mí. 

- conozco algunas palabras - digo en mi defensa - frutas y verduras, cuando iba a comprar al mercado me gustaba gustar a adivinar de qué alimento se trataba solo leyendo el cartel... - cuento sonriente. 

Él parece más relajado. 

En eso, coge el libro que sostengo y mira la tapa. 

- El conde Margat - recita el nombre. 

- ¿de qué trata? - pregunto curiosa. 

Examina el libro, mira la contraportada y pasa los hojas rápidamente. 

- te lo diría si lo hubiera leído... - dijo sonriente. 

Aquello me hizo gracia. Me río en bajito. 

- El conde Margat... - susurro mirando el libro - suena interesante...

- si quieres puedo leértelo - dice de pronto. 

Alzo la mirada y le miro sorprendida. 

Él me mira. 

- ¿de verás? - digo sorprendida. 

Él me sigue mirando a los ojos. Luego carraspea la garganta y se aleja. 

- pero en otro momento - dice cogiendo su chaqueta y su cinturón junto con sus armas. - debo irme. 

- ¿regresarás? - pregunto directamente. 

Él me mira mientras se acomoda su chaqueta. 

- espero - dice serio y se marcha por la puerta. 

Me acerco a la ventana y le veo irse. 

¿acaso ocurrirá algo? 




Amor entre un pirata y una exesclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora