Vane

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Regresamos al sexto día. 

Nuestro plan de acabar con Juan de Dios iba como se había previsto. 

Nuestros contactos y amigos de otras islas como Port Royal, Nassau y New Providence, nos habían concedido su apoyo para la lucha. 

Sé que es arriesgado lo que estoy haciendo, hay topos y ratas por todas partes y que se entere Juan de mis propósitos no solo lo arruinaría todo sino que ansiaría mi cabeza a toda costa.

Pero no puedo permitir que sea gobernador de Tortuga, no es digno de ello y no vale. Que sus primeras órdenes fuesen subir los impuestos y abrir una nueva taberna con entrada exclusiva decía mucho de él. 

Debía ser cauto pero también rápido, debemos aprovechar que ahora no cuenta con mucho poder. 

Suspiro pensativo mientras veo nuestra isla a lo lejos. 

Tortuga. 

Consideraba esa isla como mi hogar, pero de una forma poco más que un descanso o un lugar donde reponer fuerzas y munición para la siguiente misión. Ahora, todo eso ha cambiado.

Es donde Lina está.

Suspiro. 

Jamás había ansiado regresar con tanta intensidad. 

Clint me mira intensamente y luego al paisaje. 

- jamás pensé que eras uno de esos 

Arqueo una ceja sin comprenderle. Él sonríe. 

- uno de esos embobados por una mujer - ríe. 

Le ignoro y sonrío pensando en mí mismo. 

Puede que tenga razón.

Porque no soy capaz de quitármela de la cabeza. 


En cuanto tocamos tierra no tardo en hacerme con un caballo e ir directo a mi casa. 

Le pido al caballo que cabalgue con esfuerzo y rapidez. 

Siento que si espero un segundo más en verla me volveré loco. 

Llego a casa y salto del caballo, voy hasta la puerta y me quedo quieto, suspiro y me sorprendo agitado y nervioso. 

Miro la puerta. 

Lina... al fin he llegado. 

Toco tres veces y espero. 

Una espera que se alarga hasta fruncir el ceño porque no abre nadie. 

Vuelvo a tocar las tres veces. 

Pero no vuelvo a recibir respuesta. 

¿Lina? 

Abro la puerta extrañado. 

¿por qué ella no ha abierto la puerta? 

¿acaso no me esperaba verme tanto como yo ansiaba verla a ella? 

- ¿Lina? - la llamo. Pero el silencio es lo único que obtengo. 

Empiezo a agitarme. 

- ¿Lina? - vuelvo a llamarla y no hay respuesta. 

La busco, pero no la encuentro. 

La sala está ordenada y recogida, pero vacía y solitaria.

Subo por las escaleras deprisa y entro al cuarto, nadie. 

Se me forma un nudo en la garganta. 

Me quedo mirando el vacío del sitio, pienso, pienso, por qué. 

Amor entre un pirata y una exesclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora