Vane

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Como había supuesto, mi tripulación estaba más que contenta por poder quedarse en tierra unos dos días más, eso junto a la noticia del aumento del botín todo fueron risas y festejos. 

Pero entre la felicidad y entusiasmo de unos, también hubo sorpresa y extrañeza por otros, yo tampoco entendía muy bien por qué había decidido aquello. 

Mi excusa fue garantizar un descanso merecido y estar más que listos para la siguiente misión. 

Sin embargo, todo aquello perdió sentido en el momento en el que me encuentro regresando a mi casa con una bolsa de medicina, comida y una olla de sopa caliente. 

Detengo mi caballo cerca de la puerta y bajo, observo el ambiente. Silencio. 

Bajo la mirada y me encuentro manchas de sangre en el suelo. Arqueo una ceja. 

Está claro que aquella sangre es de ella. 

¿acaso ha huido? 

Sería lo normal, aquella mujer estaba tan traumatizada que cualquier locura puede parecer tener sentido. 

Observo la puerta abierta. 

Evidentemente ha huido. 

Miro a lo lejos, por el camino, supongo que no llegará muy lejos con aquellas heridas. Morirá pronto. 

Suspiro. Me engaño pensando que podría ser de alivio. 

Un problema menos, todo vuelve a la normalidad.

Me dirijo a mi casa y al entrar me encuentro con la sorpresa de verla tendido en el suelo inconsciente. 

¿acaso no se había ido? habían manchas de sangre fuera, había salido, eso estaba claro, pero... ¿había vuelto? 

Aquello me genera confusión. 

La observo sin hacer nada, sangra, a este paso morirá si no se trata bien las heridas. 

Está manchando mi casa. No solo eso, sino que además, me impide entrar en mi propia casa. 

Resoplo molesto. 

En eso, me sorprendo cogiéndola en brazos y llevándola por mi casa. 

La dejo de nuevo en la cama. 

Decido tratarla yo mismo las heridas, traigo el saco con las medicinas y se las aplico con cierta delicadeza para luego vendarlas como es debido. 

Observo que le escozor de las medicinas le duele, pero aún así, no despierta. Está muy débil. 

Me quedo sentado a un lado de la mesa mirándola. 

¿acaso debería dejarla morir? 

Qué más me importaba, muerta o no, no es mi puto problema. 

No sé qué coño estoy haciendo. Aprieto los puños. 

Me levanto enfadado y me marcho de allí. 


Me despierto perezoso al notar un ligero ruido que no reconocía. Abro los ojos lentamente, ya es de día, la luz del sol me molesta. Estoy tumbado sobre la especie de sillón que hay en el salón-comedor-cocina de la primera planta.

Tardo un segundo en enfocar y me encuentro con aquella mujer limpiando el suelo de la entrada con un trapo. 

Elevo mi espalda ligeramente. 

Ella se da cuenta de que estoy despierto. 

Su mirada se centra en mí. De nuevo, una mirada que expresa temor y miedo. 

Amor entre un pirata y una exesclava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora