Capítulo 20

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Lunes 9 de mayo.

—Necesito que los amigos del compañero Halstead le lleven las tareas asignadas al compañero.—Robert ni Les estaban, los dos se encontraban en una prueba física en el gimnasio.

Yo me ofrecí y la profesora me dio todo lo que necesitaba entregarle.

—¿Te sientes preparada pa ir a que el chico emo?— Asentí, estaba caminando hacía la casa de Michael junto a Tom.

—Se supone que tengo que superarlo en cualquier momento, además tengo que comprobar si no tiene alguna marca o algo a simple vista de que algo se metió dentro de él.

—Me parece bien, solo recuerda que si te sientes mal solo con pensar o decir mi nombre allí estaré, chau.

Toqué al timbre de la casa de Mike y no bastó hasta 1 minuto para que me abriera su hermanita.

—¡Stela!

—¡Hola princesa!, ¿cómo has estado?— La niña me dio un abrazo y me tomó de la mano para llevarme adentro de la mansión.

La radio sonaba pero a un volumen bajo, la casa se sentía cálida, sin siquiera parecer que un espectro acechaba a su hijo.

—Michael actúa raro, gracias por venir, espero que tu visita lo ponga de buen humor.— Dijo la niña formando un puchero con sus labios.

—Tranquila, el volverá a ser como antes, se le pasará, ¿me puedes llevar hasta dónde el?

—Está bien.— Subimos por las escaleras y la niña tocó la habitación de Mike y esperó su respuesta.

—Pasa.— Se escuchó desde la habitación.

—Hasta luego.— Y la niña me dejó sola.

Entro a la habitación y me encuentro con un Michael de pie mirando hacía la ventana.

—No creo que deberías estar de píe, reposa lo más que puedas.

Este volteó al escuchar mi voz.—Stela.— Empezó a caminar hacía mi y me dio un abrazo.—¿De verdad estás bien?— Empezó a chequearme y a mirar si tenía algo raro.

Me separé de el y le sonreí.—¿Tú estás bien?, perdóname por todo lo que te sucedió, no merecías que pasaras por todo eso.— El negó con la cabeza y se secó las lágrimas.

—Perdóname a mi por no protegerte, todavía estás en peligro, te está buscando a ti, yo solo fui el comienzo.— Fruncí el ceño y una sospecha se instaló en mi.

—¿De qué hablas?

—Ven.— El pelinegro me tomó por la mano y salimos a su alcoba.

Pensé que iba a tener emoción por verlo sano u otro sentimiento, me sentí tan preocupada por el que ahora no puedo presentar ni un poco de empatía.

¿Por qué solo tengo ganas de vomitar?

—Después de la fiesta me quedé ayudando a recoger las cosas que estaban regadas, fui a la piscina para revisar si no había nada fuera de su lugar, pero alguien me tiró a ella, cuándo visualizo no veo a nadie, por pensar que ya estaba alucinando por las tempranas horas de la mañana no le presté atención, pero luego siento que algo me jala el pies y con una fuerza sobre humana me hundió hasta lo más profundo de la piscina, sentía como el aire se desprendía de mis pulmones, pensé que moriría allí, hasta que vi como mi cuerpo se movía por si solo y una voz en mi cabeza no para de hablar.

—¿Qué te decía?— Pregunté en seco y apreté mis puños.

¿Por qué le respondo así?, no me siento culpable en lo absoluto, ¿me estoy quedando sin emociones o qué?

EpifaníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora