Capítulo 4

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Entré al instituto y unos brazos me rodearon en un abrazo, reconocí de inmediato quién era por el tipo de perfume.

—¡Willians!, no me vuelvas a asustar así, ¡podría darme un infarto!, ¿por qué no me avisaste para ir al hospital?—Reclamó Les mientras se separaba del abrazo.

—Porque sé que te ibas a poner así, y porque no dejan entrar a menores de 18 años al hospital.

La misma levantó las dos cejas y asintió. —Cierto, pero igual yo te cuidaré para que estés sana y a salvo.— Sonrió, seguido a eso me tomó por el brazo y las dos fuimos directo a la primera clase, nos sentamos cada una en nuestros puestos.

—Buenos días.— La profesora entró al aula de clases con mala gana y fulminando con la mirada a todo aquél que la mirase.

—Buenos días.— Respondimos al saludo todos al mismo tiempo y nos volvimos a sentar en nuestros asientos.

—Hoy tienen un compañero nuevo que se une a su clase y necesito que al final alguien le enseñe las instalaciones.

Un chico de cabello negro entró por el aula, nadie le tomó atención como siempre, tenía los ojos verdes, los labios color sandía, le calculé como unos 1,75 de estatura, traía las mejillas color carmesí supongo por ser el primer día y por ser nuevo.

—Ve y siéntate allá.— La profesora señalo a un lado del salón y el chico hizo lo mandado.

—Alguien tiene que darle un recorrido por las instalaciones a Michael.— La profesora sé levantó de su escritorio y empezó caminar por el salón.

Revisé mi bolso, al parecer mi celular estaba vibrando, iba a colocarlo en silencio pero la profesora se colocó al frente de mi con una ceja alzada.

—Disculpe estaba poniendo en silenci—

—No quiero excusas, tu irás a presentarle el instituto al nuevo y si hay problema puedes quejarte en la oficina del director.— Respondió con un tono de voz fuerte que casi el salón tembló.

—Está bien, tampoco es que tuviera problema con eso.— Susurré para mí misma.

La profesora se volteó y abrió la boca para hablar.— Willians repite lo que acabas de
decir.

¿Qué?

—No dije nada, solo que no tengo problema con mostrarle el instituto al chico, pero pienso que si usted está brava con alguien no la pague conmigo.— Traté de sonar lo mas normal posible, lo último que quería fuera que me regañaran pero la profesora no colaboraba.

—Mejor ponte a pensar cosas útiles y salte del aula si no quieres que llame al director.

Dame paciencia Dios.

Quería que me tragara la tierra, no quería que pasara esto pero me salvé de ver una clase con una profesora molesta, agarré mis cosas y salí de allí.

Faltaban 5 clases más pero la verdad no quería estar en este lugar después de que me regañaron, así que decidí en desayunar en la cafetería e irme de aquí. Cuando salí del instituto caminé a paso lento hasta llegar casa.

(...)

Estaba tumbada en el sillón de la sala de estar cambiando de canal en el televisor, estaba aburrida, mi mamá iba a llegar dentro de 40 minutos, eran las 3:30 de la tarde y decidí en caminar un poco por el parque que está a como tres calles de aquí.

Estaba metida en mis pensamientos y sentada en un columpio mirando a unos niños lanzarse tierra que no me di cuenta que estaba una niña al lado de mí, cuando volteo doy un mini salto en el columpio.— ¿Desde cuándo estás ahí?

—Acabo de llegar, pero, ¿me puedes dar permiso para yo montarme?, tú ya estás grande para esto.— Pidió la niña de como unos 8 años.

—No.— La niña se fue y pensé que ya no tenía más problemas así que seguí en lo mío.

—¡Usted cómo se le ocurre empujar a la niña del columpio solo para tú subirte!, estás algo grande para la gracia, de verdad.— Una señora venía hacía mi gritando.

—Compórtate como la adolescente que eres y dále el columpio a la niña.

La miré con confusión y mordiéndome el labio inferior para no soltar una carcajada.

¿A esta señora que le picó?

—Primero que todo buenas tardes.—  Me levanté del columpio.—Yo no empuje a nadie, segundo yo me estoy comportando como tal, la que no se comporta es su hija y tercero el señor que está allá en la esquina es el que cuida el parque y no me ha dicho nada por estar montada aquí, si quiere va y le pregunta.

Lo ultimo que dije fue falso pero no quería que por segunda vez en el día quedara como tonta.

La señora me miró de arriba hacía abajo y agarró por la mano a la niña y se fue, yo también decidí ir a mi casa al final lo que obtuve al salir fue ganarme una discusión sin sentido, al llegar estaban las luces prendidas eso solo significaba una cosa.

"Regaño"

Entré a casa y caminé sigilosamente hasta mi habitación pero alguien me agarró del brazo.

—¡Stela! ¿dónde estabas?— Mi madre me regañó.

—Estaba en la casa de Les.

—Sabes que no puedes salir, ¿qué pensabas?, apenas llevas 1 día que te dieron de alta, te puede pasar algo en la calle.— Mi madre sonó molesta.

—No estaba en la calle, igual es lo mismo si me quedaba aquí, si me volvía a dar un paro tú no ibas a estar, así que no veo diferencias.— Reproche con molestia.

Creí ver como le salía humo por las orejas, creo que no debí responderle así.

—Piensa en tus actos, ahora ve a tu habitación.

Refunfuñe entre dientes y cerré la puerta con fuerza, escuché los sermones de mi madre pero los ignoré y le pasé seguro a la puerta.

—Ahora de respondona mentirosa.— El castaño estaba ahí, sentado en la silla que siempre tengo cerca del escritorio, con una vestimenta muy elegante, era como blanco y dorado.

—¿Y?— Le respondí rodando los ojos.

—Yo no tengo el derecho de decirte que hacer o no, pero no te puedes perder 5 clases, no sé el motivo a causa de tus molestias, pero no puedes perderte las clases.

¿Por qué el me está reclamando?

Suspiré.—Que raro, si tu siempre andas detrás de mi, ¿entonces cómo sabes que me perdí 5 clases?— Me senté en la cama y lo miré con molestia.

—Sé que no vistes las otras clases porque te vi caminado a horas tempranas vía hacía acá, y no siempre te estoy vigilando, tú tienes que tener privacidad y además no lo único que hago es estar contigo.— Explicó el ojiazul.—Y no estés sola, trata de estar con tu amiga, ve para que tus abuelos yo que sé, pero evita salir sola, sabes lo que te pasó y lo grabe que es.

—Ay pero por estar sola no moriré.

—Claramente no, ¿pero si te pasa algo y nadie está?— Siguió el con su tema.

—Ay, está bien ¿eso es todo? — Le dije y me metí abajo de la sábana en mi cama.

—Que grosera eres, entiende que lo que dice tu madre es por tú bien.

Me asome y ya se había ido, la verdad no sé por qué se preocupa tanto no me voy a morir si se supone que el me cuida.

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Nota de autor.

¡Epifanía está en el ranking de suspenso en el puesto 730!

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Sarahy L.

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