Me levanté a las ocho. Todo el tiempo que no dormí en la noche, lo dormí aquí. Estaba más tranquila, así que le pregunté a mi mamá cuanto faltaba. Me contestó que en una hora íbamos a llegar, que lo hicimos más rápido de lo normal. Solté una sonrisa de alivio. Intenté encender mi celular, pero ya no tenía batería. Vi a mi hermano. Parecía una morsa durmiendo. Durmió todo el viaje, igual no me extraña.
Estaba feliz que faltaba muy poco para llegar. Aunque en esa hora que quedaba, no sabía qué hacer. Le dije a mi madre que me de ideas, entonces me dijo que cuente estrellas. Eso comencé a hacer. Una estrella. Dos estrellas. Tres estrellas, Cuatro estrellas… Llegué a las veinticinco estrellas. Aparecían de a poco. Pero dejaron de aparecer a las veinticinco. Tardé veinte minutos en contar esas veinticinco. Ya quería llegar. Seguía aburrida. Mi padre encendió la radio. Sonaba ‘Pompeii’, de Bastille. Tenía que cantarla. Eso hice. Mi hermano se levantó y se tapó los oídos mientras yo cantaba. Mi madre reía y mi padre cantaba algunas partes conmigo, ya que la sabía. Es una canción muy hermosa. Realmente. Terminó esa canción y sonó ‘Sweet Child of Mine’ de los Guns’n Roses. Me gusta esa canción, pero es muy rápida por lo cual no llegué a cantarla.
Después de treinta minutos habíamos llegado a Blackwells. Mi madre le tomó fotos al cartel que decía “BIENVENIDO A BLACKWELLS”. Era de esperarse. Mi hermano preguntó cuánto faltaba para llegar al hotel, pero ninguno respondió. A los 10 minutos llegamos. Era un hotel muy bonito llamado ‘América’. Por lo que podía ver a simple vista, tenía 15 pisos. Era bastante alto. Entramos, y el living olía a rosas. Sinceramente era muy hermoso, pero no tenía idea de por qué nos trajeron hasta aquí. Mi madre pagó la estadía de dos meses. En total fueron dos mil dólares. Bastante caro, pero me callé la boca, porque valía lo que salía. Un botones tomó nuestras maletas y las llevó a la habitación, mientras con mi hermano fuimos a recorrer el lugar. Había gente en la piscina, y gente en el living. Por atrás había un bonito salón de fiesta. Pero no podíamos ir porque debíamos cruzar la piscina, y ambos sabíamos que un graciosito nos iba a tirar a la misma.
Subimos a la habitación con mi hermano, y cuando él fue a ver la habitación yo les pregunté a mis padres por qué nos habían traído aquí.
-Aquí creció tu madre. Ella quiso venir a recordar su lugar de la infancia. Íbamos a venir nosotros dos solos, pero Daphne insistió con tener un viaje familiar.
No dije nada. No quería arruinar el momento. Yo no quería venir. Pero si era por mamá, debía aceptarlo.
Fui hacia la habitación con mi hermano, coloqué mi maleta encima de la cama y la abrí, comenzando a sacar la ropa. Abrí los cajones que iba a usar y comencé a acomodar la ropa. Era tan temprano que mi mamá quería ir a comer a un restaurant que estaba exactamente debajo del hotel.
Todos aceptamos, menos mi hermano. El sólo quería dormir. Mi madre se enojó con él, entonces le dijo que si no venía, le cancelaba la televisión. Quería reírme, pero no podía. Temía que me castigase a mí también.
Me di una ducha rápida, y me volví a cambiar con la misma ropa con la que viajé. No iba a ensuciar más ropa. Después de mí, se ducho mamá. Después de mamá, papá. Y después de papá, Bradley.