Learning From The Bullet [EDITANDO🌺]

40. There's something funny about these chicks.

. . .

Ya habían pasado al rededor de 48 horas y nadie sabía dónde estaban.

Nadie, más qué ellos dos, claro está.

Byron hizo una lucha entera buscando una forma para que no reconocieran su rostro, pues la alerta amber estaba activa y había llegado hasta donde ellos estaban, si iban a la tienda, o si se detenían en un hotel, alguien podría reconocerlos y llamar a la policía.

Miró a la carretera desde adentro de su coche, sujetando el volante con fuerza.

Eran las tres de la tarde, y el sol estaba brillando en su punto más alto, además de que el ambiente desértico hacía ver ese lugar mucho más caluroso.

Suspiró, la siguiente ciudad estaba cerca, su plan era ir ahí y esconderse en uno de los tantos hoteles que hay en el mundo, pero contemplaba la posibilidad de que la alerta estuviese activa ahí también.

Ya tenía preparado su plan B, y era desviarse hasta llegar a una zona desolada, descansar ahí dentro del coche y seguir el camino hasta llegar al siguiente hotel más cercano.

Su pierna comenzó a dar brinquitos desesperados, Edgar se tardaba en llegar y se supone que solo iría a comprar un jugo. Temía que lo hubieran visto y que ahora estuviera en problemas, pero esperaría un poco más, solo a ver si era realmente necesario el pánico.

Entonces, vió a Edgar salir corriendo de la tienda, aún con su cabello amarrado hacía atrás y sin su típica bufanda. También, usando ropa que era obviamente más grande que él, pues desde un principio no contempló llevarlo a su aventura, por lo que el único que tenía ropa limpia era Byron.

Soltó un suspiro aliviado cuando el muchacho llegó con una sonrisa en el rostro y subió al coche sin tardar ni un segundo de más. Byron no tardó en arrancar y escapar de ahí. Si no lo reconocieron, habrá sido perfecto, porque incluso si intentan llamar a la policía tras reconocer su rostro después, ellos ya estarían varios kilómetros adelante, pasando distintas desviaciones que los confundirían.

Era un genio, de verdad que seguía considerando que merecía un premio Nobel por su inteligencia.

—Perdón por tardar. La chica que atendía me retuvo solo para intentar coquetearme...

Y el buen humor de Byron, junto a su sonrisa victoriosa, se desvanecieron apenas Edgar terminó de hablar, volteando a verlo un tanto molesto.

—¿Coquetearte?

El muchacho rió abriendo un paquete de papas, para en seguida ofrecerle algunas.

—Si, insistió mucho, creo que tu ropa tiene poderes. Me siento extremadamente atractivo ahora.

Byron soltó una carcajada, poniendo su mano sobre la cabeza ajena acariciando con gentileza, para en seguida tomar una papa mientras seguía su camino en la carretera.

—¿Consideras que mi ropa me hace atractivo?

El rostro del más joven se cubrió de un lindo rojo, como de costumbre.

—Te añaden un par de puntos, pero definitivamente tú ya eres atractivo por ti mismo.

Él volvió a reír, y continuaron con su camino, casi en completo silencio.