Bailaba intentando seguir el ritmo de la música, pero la cercanía con el cuerpo de cada una entre Jisoo y Jeongyeon, afectaba severamente mi concentración. Estaba sexualmente excitada y ellas lo sabían. El bulto de Jeongyeon ganaba rigidez entre mis nalgas y yo las meneaba con soltura y sensualidad contagiándome de la amplia sonrisa esbozada por Jisoo. Ella me rodeaba por el cuello con sus brazos y bailaba muy pegada a mí, nuestros senos chocaban uno contra el otro constantemente. Coloqué una de mis piernas entre las suyas y pude sentir su caliente y mojado sexo rozando contra mi muslo, eso me encendió; levanté la cola y la apreté más contra la verga de Jeong. Supuse que Lisa continuaba sentada en su sillón, con una fuerte erección que amenazaba con romper su calzoncillo; mientras permaneciera allí, yo tenía la ventaja. Escuché la voz de Jeongyeon, pero no entendí lo que dijo.
Miré hacia atrás y supe que había comentado algo con respecto a Rose ya que la menuda muchachita estaba rodeada por la humanidad de Lisa. Ella estaba completamente desnuda y no hacía el intento por separarse de la tailandesa. Giré un poco, sin dejar de bailar, para poder mirarla mejor. Rose intentaba disculparse con ella, no podía escuchar lo que le decía; pero se la veía un tanto tímida, sus ojos estaban más grandes que nunca y sus mejillas estaban tan sonrosadas que parecía una simpática y graciosa mimo. Lisa le pellizcaba las pequeñas tetitas. Ellas se reían y se animaban la una a la otra ignorandonos por completo. Me excitó verla de esa forma, ella podía ser muy segura de sí misma cuando se lo proponía; pero ahora no podía contra Lisa teniendo la pija parada.
—¿Vas a hacer algo? —Le pregunté a Jisoo, señalando con la cabeza a Rose.
—No, ella se lo buscó. Desde el principio supo que eso de andar desnuda y provocando a Lisa podía generar una situación como esta. Bueno, ahí la tiene, ahora que se haga cargo. Además, confío en Lili. La va a hacer sufrir un poquito; pero no le va a hacer nada que ella no quiera.
—Pero ya viste cómo está Lisa…? la va a matar —le dije a Jisoo sonriendo con picardía.
—A la que tendría que matar es a otra.
La respuesta vino con la gruesa voz de Jeongyeon hablándome al oído, por los ojos de Jisoo me di cuenta de que ella también estaba sorprendida, pero comprendió a qué se debía y sabía que, de momento, no debía intervenir en los problemas que había entre ella y yo. Se alejó de nosotras, lavándose las manos como Poncio Pilatos, con un claro gesto que significaba “Mejor las dejo solas”. La fulminé con mirada y vi cómo se pegaba a bailar con Lisa, que miraba como una estúpida la escena sin saber qué hacer.
Tomé aire y exhalé, era hora de enfrentarme a mis problemas... una vez más. Continué meneando la cola con la intención de que esto calentara un poco a Jeongyeon, supuse que la calentura sexual me quitaría ventaja sobre Jisoo. Ella me tomó con excesiva fuerza de la cintura, sus manos y la dureza de su miembro contra mis nalgas me hacía hervir la sangre. Jeong fue empujándome con su pelvis, como si quisiera alejarme del resto de las chicas. Quedamos detrás de uno de los sillones, podía ver a Jisoo bailando alegremente con Lisa, que parecía un muñeco de madera sin articulaciones. No podía asegurar si Rose la estaba pasando bien o mal, pero no sé alejó ni un segundo de ellas. Lisa ya tenía su verga afuera y obligaba a Jisoo a tocarla, a su vez la tailandesa la estaba masturbando con énfasis, ella entrecerraba los ojos; sus mejillas estaban rojas, parecía una muñequita de porcelana.... una muñequita excitada. Detrás de ella Rose no se quedaba quieta, la tomaba por la cintura y la obligaba a parar la cola, Rose presionaba contra ella como si tuviera miembro y quisiera romperle el culo a Jisoo.
—Yo sé que todavía estás enojada conmigo —le dije a Jeongyeon arqueando mi espalda para que mi cara quede junto a la suya, podía sentir su dura verga deslizándose entre los labios mojados de mi vagina; tenía que hablar fuerte pero sabía que solamente ella podía oírme.
—Motivos no me faltan —me respondió con severidad; ella era la mujer más calmada del mundo... hasta que se enfadaba.
—Ya lo sé... es por todo ese inconveniente con tu novia.
—¿Te parece poco? Encontrarte cogiendo… con una de mis compañeras... ¡y dentro de nuestra casa!
Todavía recuerdo cómo se enojó Jeong en ese momento. Discutió con ella. Y a mí… bueno, se siente incómoda de estar conmigo.
—Me pareció excitante —mi respuesta la tomó por sorpresa, fue como un cachetazo para ella; tenía una estrategia a seguir y un As bajo la manga, un argumento que ella no podría refutar; por eso lo estaba llevando hacia mi terreno de juego. Bailé al ritmo de la música, frotándome contra su verga como una gata en celo—. No sabés lo que me calentó verte entrar de esa forma, a pelear por mí.
—¿Por ti?.
—¡Ay Jeong! —Sentía su pene sumamente duro apretado entre mis piernas— ¿Tu creés que ella hubiera hecho algo que no quisiera hacer? —La verdad era que no la había forzado a hacerlo, sin embargo era consciente de que me lo permitió.
—¿Por qué te acostaste con ella? Ni siquiera le hablas tan bien.
—Por caliente, había ido a buscar a Nayeon para salir a comer algo y distraerme, no estaba nadie a excepción de Mina. Y por los rumores que escuche de ella, quería comprobar.
Eso, a medias, era cierto. Fui a su casa con la intención de visitar a Nayeon y contarle lo que había pasado con Lisa. Sin embargo ella me cancelo, porque tenía que atender otros asuntos, y ahí fue cuando entró en escena la pequeña y frágil Mina. Lo que Jeong no sabe es que Mina fue quien puso de su parte también y bueno, me tuve que dejar coger para lo que Nayeon me había dicho.
—Lo dices como si fuera una tontería.
Podía decirle la verdad… o podía aprovechar la situación para jugar con ella. Obviamente opté por la segunda opción.
—No lo fue, para nada. Es que tu no viste todo lo que pasó... no sabés con qué ganas le chupe la verga —recordé que Mina me había obligado a masturbarla al inicio, pero por decisión propia, se la mamé; continuaba balanceándome de atrás hacia adelante sobre el miembro de Jeongyeon—. Su pingüina me hizo calentar mucho, me frotó la verga por la concha hasta que le pedí que me la metiera. —Eso era cierto, y me encendía de solo recordarlo—; pero la cosa no terminó ahí, me gustó tanto como me cogió, que le pedí que me diera por el culo... la estaba pasando bien, mientras ella me culeaba, cuando entraste tu. —Los dedos de Jeong se hincaron en mi cadera; estaba furiosa, pero no decía una palabra, la tenía comiendo de mi mano—. La que tendría que estar enojada soy yo, porque me cortaste un lindo momento... ¿y todo por qué? Por sobreprotectora. —Esa última palabra se elevó un poco más por encima del volumen de la música—. Admitelo Jeongyeon, a ti no te jodió nada del grupo, a ti te jodió la escena, verme con Mina y saber que a ella si le permiti cogerme. —Lo único que escuché como respuesta fue el monótono ritmo de la música electrónica que sonaba en ese momento—. Tu querías ser la que estuviera en ese lugar, tu querías tenerme para ti sola. —Me acomodé de forma tal que su gordo glande quedó entre mis labios vaginales, estiraba mis brazos hacia atrás para acariciar los suyos—. Te jodió que yo me calentara con la verga de otra... yo sé que me quieres a mí... hace rato lo vengo viendo en tus ojos, tu quieres hacerme tuya... quieres mi concha para ti. Te conozco, sé que nunca lo vas a admitir, al menos no con palabras... pero puedes demostrarlo, tú sabés cómo hacerlo. —Noté que ella empujaba un poco hacia dentro, mi vagina comenzó a abrirse lentamente—. Así... eso es. Demuéstrame que me deseás. —Continuó avanzando lentamente, mi sexo intentaba adquirir el diámetro necesario para abarcar toda la cabeza de esa gruesa verga; sabía que me dolería, pero no me importaba—. Mi concha es tuya, aprovecha la oportunidad y reclamala —ya podía sentir mi orificio estirándose, me producía un leve dolor agudo pero al mismo tiempo me llenaba de placer—. No voy a darte otra oportunidad, es ahora o nunca.