Con la vagina llena de semen caminé, sin abrir mucho las piernas, hasta el sillón en el que había estado cogiendo Rose, ella me vio y comprendió a lo que había venido; se acercó rápidamente, gateando. Puse un pie arriba del sillón, ella abrió grande su boca y la puso casi pegada a mi concha, al instante el blanco semen comenzó a chorrear; pude ver el grueso hilo que se formó desde mi orificio vaginal hasta su lengua. No la vi tragarlo, ya que al instante se prendió a mi concha y comenzó a chupármela.
Me sorprendió su ímpetu al succionar, me estaba arrancando los labios de la concha, pero me gustaba mucho. Podía escuchar los húmedos chasquidos que hacía al absorber toda esa mezcla de jugos vaginales y semen. Luego su lengua se coló en mi vagina, como si estuviera buscando los últimos rastros de leche. Su almejita también estaba hecha un mar de flujos y no paraba de masturbarse.
Por suerte la acción terminó en pocos segundos ya que no podía seguir manteniéndome en pie, necesitaba sentarme aunque sea unos segundos. Me dejé caer pesadamente en el sillón. Rose se acostó sobre mí y continuó castigándose la concha, yo le acaricié el pelo, pero la mano se me manchó con semen, así que comencé a dárselo en la boca. Me chupó los dedos con muchas ganas hasta que comenzó a sacudirse y a emitir fuertes gemidos. En cuanto acabó su vagina expulsó tres finos chorritos de líquido transparente, nunca la había visto hacer eso, pero no me sorprendía ya que yo acababa de la misma forma cuando me excitaba demasiado.
Jisoo se puso de pie y comenzó tambalearse, Lisa la sostuvo por la cintura y ella estrelló un apasionado beso en su boca. Puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que Jisoo recibió una de las mejores cogidas de su vida.
Jeong se había sentado en el mismo sillón en el que yo me había apoyado y miraba la escena, complacida. Estaba segura de que esto marcaría un antes y un después definitivo en nuestra vida. No se comparaba a las anteriores partidas de póker, en las que el morbo y la culpa convivían; esta vez hubo sexo abierto, en el que todas participamos.... bueno, todas menos esa aguafiestas que se escondía como una rata cobarde en el cuarto de mis padres.
Como vi que ya todo había terminado, aparté a Rose y me puse de pie; me dirigí hacia el baño, necesitaba refrescarme un poco y quitarme el sudor y la acumulación de flujos del cuerpo. Cuando agarré la puerta del baño escuché la voz de Jisoo, estaba hablando con Rose, ambas parecían estar alabando el momento vivido, se unieron a mí antes de que pudiera entrar.
—¿Ustedes también quieren ducharse? —les pregunté, Rose estaba toda pegajosa, aún podía ver líneas de semen que cruzaban por su rostro, incluso un poco le había caído en el cabello.
—Si no te molesta... —me dijo ella.
No tuve necesidad de responder, las invité a pasar con un gesto de la mano. Abrimos la ducha, esperamos hasta que el agua esté apenas tibia y nos metimos las tres dentro de la bañera, de pie. Recibir la lluvia de agua en el cuerpo fue un gran alivio para mis músculos, además me despejó un poco la mente, que aún estaba algo apelmazada por el alcohol. Ayudé a Rose a limpiarse, quitándole el semen con las manos y pasándole una esponja enjabonada. Ella me agradecía la atención con la mejor de sus sonrisas. Jisoo estaba delante de nosotras, más cerca de la ducha, se lavaba la entrepierna con el agua que caía.
—Eso sí que fue intenso —les dije.
—Creo que llamarlo “intenso” es poco —aseguró Jisoo.
—No imaginé que Lisa pudiera con las dos a la vez —le comenté mientras lavaba la vagina de Rose y ella hacía lo mismo con la mía.
—Yo tampoco... pero no tuve más alternativa que intervenir, le iba a romper el culo a Rose... de mala manera.