No lo voy a negar, en este momento mi nivel de calentura es tan alto que me tiraría de cabeza sobre cualquiera de las presentes para que me den una buena cogida. Sin embargo, el amargo recuerdo de que ésta sería nuestra última noche de póker me llevó a calmarme.
“Paciencia, Jennie —Me dije—. Disfrutá del juego, todavía queda mucho por hacer”.
Jugamos una nueva mano que se resolvió muy rápido. De inmediato quedó claro que la ganadora era Jihyo, con una escalera. Si bien no había hecho coincidir los palos, seguía siendo una excelente combinación de cartas muy difícil de conseguir. La perdedora no fue otra que Jeong. La pobre chica no tenía nada para defenderse, su mejor carta era un ocho.
—Mmm… a ver ¿Qué desafío te puedo poner? Ya sé! Se la tienes que chupar a… —me miró a mí, luego sus ojos saltaron hacia Rose, se fijó en Dahyun, en Nayeon y en Jisoo—. A Mina.
Todas nos quedamos impactadas. Aunque la más sorprendida era la propia Jeong, los ojos de la chica casi se caen al suelo.
—¿Por qué Mina? —Preguntó Jisoo.
—Porque ella fue la penúltima.
—Pero… ¿No crees que Jeong se sienta incómoda o molesta por chupar otra verga? —Pregunté.
—A ver… no es algo tan malo, así son las reglas del juego ¿no? Nosotras tenemos que chuparnos las conchas entre nosotras. No veo por qué Jeong, Lisa y Mina no puedan chupársela entre ellas.
—Yo no le quiero chupar la verga a nadie —dijo Lisa.
—Yo tampoco, Jihyo —acotó Mina—. No tengo problema con que Jeong haga lo que tiene que hacer conmigo; pero chuparla, no. Ni hablar.
—Pero… es un desafío. No me parece justo que las reglas se apliquen de forma diferente para cada persona.
—En eso tienes toda la razón del mundo, Jihyo —dijo Jisoo—. Sin embargo hay una especie de acuerdo tácito. Nosotras sabemos que a ellas no les gustarían estos jueguitos, y respetamos eso. Digamos que es un límite dentro del juego que no se cruza.
—Así es —acotó Rose—. Tanto a Jennie, como a Jisoo y a mí nos encanta chupar conchas. A mí en especial. Por eso lo hacemos. Si no nos gustara, no lo incluiríamos en el juego.
—Claro, hay que tener en cuenta los límites de cada persona —dijo Lisa—, por ejemplo, a Rose no le gusta el sexo anal. Por eso ya no le pedimos que haga desafíos con eso.
—¿Y a ti quién te dijo que no me gusta el sexo anal?
—Em… yo pensé que…
—No me molesta el sexo anal. ¿Otra vez con lo mismo? Asumen que… no sé, soy demasiado delicada para algo, o qué se yo… y me dan desafíos estúpidos.
—Perdón, Rose. Tienes toda la razón del mundo —le dijo Jisoo—. A veces nos olvidamos de que tuviste tus propias aventuras sexuales, y seguramente habrás probado muchas cosas.
—Está bien, las perdono —dijo, haciendo puchero—. Pero dejen de tratarme como una niña.
—Prometido —dijo Jisoo, levantando su mano derecha.
—Como ya viste, Jihyo, a veces hasta a nosotras nos cuesta saber dónde están nuestros propios límites. Cosas que no haríamos no porque sean difíciles, sino porque no nos gustan ni un poquito. Por eso no le pido a Lisa que se la esté chupando a cualquier persona con miembro. Sé que no le gusta.
—Ok, con Lisa puedes tener tus propias reglas —dijo Jihyo—. Mina y Jeong pueden tomar sus propias decisiones; pero yo no me olvido que, a pesar de participar en este juego, también intento mantener la promesa que le hice a todas de ser honesta, justa y equitativa. Si Dahyun, en sus desafíos, tiene que interactuar con vergas y con conchas, entonces todas deberían hacer lo mismo.