Capítulo 3

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Había amanecido nublado, otra vez, era el cuarto día de aquella semana que el sol no se dejaba ver. Tenían que empezar a admitir que el verano se había marchado por completo y el otoño se instalaba en cada rincón de la ciudad. A media tarde ya habían descargado varios litros y los planes del viernes por la tarde se habían ido al traste. Estaban en el sótano de la casa de Trish. Sus padres habían montado allí una segunda salita después de que insistiera durante meses en tener un lugar para estar con sus amigas en privado.

-            Lo que tienes que entender, Trish, es que tu familia y la de Rachel son polos opuestos.

-            Sólo de puertas para afuera, no me jodas – protestó la aludida.

-            Digas lo que digas, encontrarte a tus padres follando en la encimera de la cocina no tiene que ser agradable – comentó Amy.

-            Y que nos los encontremos nosotras, menos – añadió Rachel.

-            Cada uno vive su vida como quiere…

-            Sólo digo que Rachel y tú jamás veréis las cosas de la misma manera porque os han educado de manera diferente.

-            Mira, el sexo es algo completamente natural – respondió Trish con tranquilidad – Rachel tiene que empezar a pensar así o le va a ir muy mal…

-            Sé que es natural – se sonrojó – pero no me parece bien ir haciéndolo con cualquiera en cualquier parte.

-            Yo no hago eso. No con cualquiera.

-            Pero Trish, te da igual el aseo de un bar que el vestuario del instituto…

-            No sé si tus padres son unos estrechos o qué, pero joder, Rachel, te han metido en la cabeza que el sexo es algo malo, que no debes hacerlo o algo así…

-            No lo han hecho.

-            ¿Te han hablado de ello alguna vez abiertamente?

-            No – musitó.

-            ¿Nadie te ha explicado nada más que en el instituto o lo que nos oyes a nosotras? – interrogó Trish sorprendida.

-            Digamos que todo lo que sé de sexo lo he aprendido de vosotras – dijo avergonzándose.

-            Es a lo que me refería – intervino Amy. – Trish, para ti es muy natural porque desde que eras una niña lo has estado viendo y han tratado el tema con total naturalidad. En casa de Rachel no lo hacen, follan, sí, pero casi a escondidas.

-            Y sin casi – contestó hundiéndose en el sofá.

-            Rachel está experimentando su sexualidad gracias a que sale con nosotras – sentenció Amy un tanto apenada.

-            Pues para ser unos estrechos mojigatos sus hermanos se lo pasan muy bien.

-            Es algo raro – dijo Rachel – Porque nadie nos habló de nada a ninguno de los tres y, sin embargo, mis hermanos saben de todo y no lo esconden.

-            Porque son unos machistas, con todo el respeto Rachel – gruñó Trish – Porque tus hermanos no se esconden de nada ni nadie, llevan a sus chicas a casa y no pasa nada, pero tú no puedes tener un puto libro en la mesilla porque tu madre se lo lee de cabo a rabo. Si hasta hace nada te censuraba las revistas, por favor.

Amanecer RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora