Los recuerdos le revolvieron el estómago. Algo más de un siglo atrás, cuando aún era prácticamente un neófito sediento de sangre, se topó con su primera cazadora. Su inexperiencia se saldó con una herida que podría haber sido mortal para él de haber estado un par de centímetros más abajo. Por suerte para él, la cazadora también era bastante novata.
Durante unos meses no la perdió de vista. Conocía todas sus rutinas, cómo entrenaba, las horas a las que entraba o salía, quiénes eran sus amistades, pero, sobre todo, sabía quién era su madre. La falta de práctica de la joven se debía a que aún era una aprendiz, no una auténtica cazadora. Quizá ni siquiera llegara a los dieciocho años, pero la madre era una curtida cazadora entrada en años, pero fuerte y valiente. Marion Cardialliaguet. Aún tiene su nombre grabado a fuego en la memoria. Y el sabor de su sangre. La mató de forma deshonesta y cobarde, atacándola por la espalda, arrinconándola en un callejón sin salida del París de 1893 y seccionando su yugular con los colmillos antes siquiera de que pudiera gritar.
Con la chiquilla fue más metódico. Esperó que saliera del café donde, cada tarde, se reunía con su prometido. Había público aquella noche, por lo que les siguió hasta el portal donde dejaba a la chica. Pero no contó con que el joven esperara a que la luz de la ventana de Julliette se iluminara. Se le acababa la paciencia y era entonces cuando cometía errores. Y el de aquella noche fue fatal. Se abalanzó contra el hombre sin importarle que cualquiera pudiera verle. Atrapado entre el suelo y el cuerpo de Charles, el chico luchó por liberarse atestándole varios golpes a su agresor que lejos estuvieron de surtir efecto alguno, sólo evitó la dentellada directa. Un grito ahogado resonó en el aire de París mientras Charles drenaba el cuerpo del hombre. Se limpió la sangre de la boca con la manga de la camisa y se giró dispuesto a ir en busca de la nueva cazadora. Pero no tuvo tiempo de adentrarse en el portal.
Julliette, alertada por el grito de su amado, observaba la escena desde la ventana y se armaba a conciencia para arrebatarle la vida a aquel que había osado arrancársela a su prometido. Erró la primera estacada. El vampiro arrojó la estaca lo más lejos que pudo mientras observaba cómo la herida de su brazo se cerraba lentamente, dejando tras de sí un jirón en la ropa y un rastro de sangre. Encajó el primer puñetazo de la cazadora y le devolvió el golpe, directo a las costillas. La joven se dobló al recibir una patada en el estómago y otra en la parte baja del vientre. Sin opciones de contraatacar, permitió que el monstruo se le acercara. Charles desplegó los colmillos, dispuesto a morder y se pegó al cuerpo de la chica notando la humedad recorrerle el vientre y el olor herrumbroso de la sangre brotando de su cuerpo. Agarró la estaca que Julliette le había clavado con las dos manos y la sacó de su cuerpo con un grito de dolor. Tan pronto la madera estuvo completamente fuera, la herida comenzó a cerrarse, pero era un proceso doloroso, más que el del brazo, y la cazadora lo aprovechó para volver a cargar contra él.
Pero esa vez él fue más rápido y, antes de que ella pudiera dar otra estacada, clavó los dientes en su pierna, atacando directamente la arteria femoral de la chica. La sangre fresca y joven le llenó la boca y el estómago. Se deleitó con el sabor de la cazadora vaciándola por completo, dejando que calmara su sed y sus ansias de acabar con ella.
Desde ese momento ninguna otra le había sabido igual. Ninguna hasta Amy.
La flecha rodó por el suelo hasta toparse con la ballesta. La cabeza de la chica reposaba tranquila, serena, sobre el pecho del híbrido que subía y bajaba a una velocidad vertiginosa. Hubiera sido tan tranquilizador oír un latido ahí dentro. Los dedos de Charles se enredaron en los rizos revueltos de Amy. Su olor despertaba en él instintos que creía dominados y que le costaba reprimir y, a la vez, todo su deseo, todo su cuerpo clamaba tenerla, poseerla. Quería devorarla de todas las maneras posibles.
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Amanecer Rojo
RomanceAmelia es estudiante de instituto en un pequeño pueblo, sale con sus amigas, se divierte, liga... y es la heredera de una de las pocas cazavampiros que quedan en el mundo. Todos los derechos reservados bajo registro de Safe Creative.