Si existía mejor forma de despertarse que con la mano de Charles recorriéndola bajo la ropa, no la conocía. Las caricias del chico despertaron sus instintos más primarios. Una necesidad básica e insaciable de él, de tenerle dentro, de sentirle suyo. La miraba con sus profundos ojos verdes cargados de un instinto protector abrumador. La había observado dormir durante horas y podría haber seguido sin cansarse, pero había obligaciones que cumplir y ya era tarde.
- ¿Estás segura de que estarás bien? – preguntó Amy durante el desayuno.
- Sí, tranquila, puedes irte – respondió Rachel. – Acalla los rumores.
- Rachel...
- ¡Vete! – protestó la joven.
Entendía perfectamente porqué todas las miradas se clavaron en ella en cuanto bajó del coche de Charles. Y no era porque el chico fuera uno de los más deseados del instituto, el sueño de las hembras y la pesadilla de los varones. Todos la creían fugada junto a Rachel. Había oído todo tipo de versiones que nadaban entre Thelma y Louise y la más tórrida de las películas porno. Bufó cuando superó al tercer grupo de estudiantes que dejaba de hablar a su paso. Charles le pasó un brazo por los hombros para aliviarla, pero le pesaba una tonelada y quería sacárselo de encima. Se sacudió levemente y una sombra se apoderó del rostro del chico. Algo acobardada, acercó su mano izquierda a la derecha de él y la rozó con la yema de los dedos estableciendo una ligera conexión que se intensificó cuando él entrelazó sus manos.
Casi no soportó separarse de él durante las pocas clases que no compartían. De alguna manera, se las había ingeniado para cambiar algunas clases mediado el trimestre. Cuando se lo contó le pareció obsesivo y casi controlador, pero prefería tenerle cerca, más cuando las cosas estaban tan desbocadas como en aquel momento.
Notaba a Trish algo sombría, desde que se fuera de su casa el sábado por la noche no había sabido nada de ella y la semana estaba por finalizar. Era extraño en ella que no hablara por los codos o que ni siquiera las hubiera llamado para contarles sus locas aventuras. Casi echaba de menos que le atosigara con su última experiencia sexual o su próximo objetivo, si es que lo tenía. En cambio, comía en silencio, dando vueltas con el tenedor en el plato antes de llevarse un bocado. Tenía la mirada apagada y su habitualmente corta falda se había alargado unos cuantos centímetros.
Cuando salieron de la última clase la cogió por el codo, obligándola a detenerse y encararla. Puede que no estuviera muy a favor del modo de vida de Trish ni compartiera sus ideas o su manera de ver el mundo, pero detestaba verla tan lejos de cómo solía ser.
- ¿Qué pasa? – cuestionó, sin rodeos.
- ¿A mí? Nada, ¿qué os pasa a vosotras? Desaparecéis, me dejáis sola y pretendes volver y que todo siga igual...
- Han sido unos días, Trish. Rachel necesita apoyo y ayuda y tú le estás dando la espalda. Pero no quiero recriminarte nada. Quiero saber dónde diablos está la Trish que conozco.
- Delante de tus narices – espetó.
- No, sólo veo una sombra de lo que es mi amiga. Sea lo que sea lo que te pase, puedes contar conmigo.
- ¿Ahora vas de buena samaritana? – se burló, sarcástica. – Trata de ayudarte a ti misma y quizá entonces puedas echar una mano al resto.
Trish se alejó haciéndole una peineta con el dedo corazón, sin girarse a mirarla. La vio marcharse sola, entrar en su coche y arrancar haciendo chirriar las ruedas en el asfalto. Se le formó un nudo en la garganta mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos. La estaba perdiendo. Por alguna extraña razón sabía que Trish se separaba de ella física y emocionalmente. Se sobresaltó cuando Charles la cogió de la mano y, mirándola de reojo la prometió que nada malo pasaba, que todo acabaría por arreglarse. Y ella decidió creerle sólo por un segundo. El que tardó en escuchar cómo Zac se jactaba con sus amigos de haberse follado a Trish de una manera demasiado poco ortodoxa.
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Amanecer Rojo
RomanceAmelia es estudiante de instituto en un pequeño pueblo, sale con sus amigas, se divierte, liga... y es la heredera de una de las pocas cazavampiros que quedan en el mundo. Todos los derechos reservados bajo registro de Safe Creative.