IV

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Cassius sabía 3 cosas sobre la loca chica que lo perseguía.

1. Ella estaba locamente enamorada de él.

Aunque Cassius siempre mostró disgusto.

2. Serapphine siempre corría en su encuentro.

Aunque Cassius la evitaba como la peste.

Y 3. Serapphine siempre lo irritaba.

Aunque Cassius se mostraba frío internamente no podía pensar en otra cosa que tirarla por la ventana.

Por eso, el día anterior había hecho una pequeña reunión con Serapphine. ¿Lo que no esperó? Qué ella fingiera un dolor en el pecho y luego, de forma muy creativa, se tirara sobre la mesa durante largos minutos.

Él estuvo apunto de creerle.

Él casi se preocupa por ella...

Hasta que la loca se levantó, lo miró como una cucaracha y le dijo que se fuera.

Entonces, creyó que estaba bien. Se asustó como la mierda por la loca y ahora incluso comenzaba a pensar que ella lo estaba vigilando como una rata fea. No era que no lo hubiera pensando antes, Serapphine lo miraba como un sol. Él era su sol. Siempre buscaba la oportunidad de decirle lo lindo que estaba y ofrecerle un desayuno completo porque sabía que no tenía tanto dinero como ella. A Cassius no le importa. Solo no quería deberle nada. Hasta ese momento.

La clase de matemática acaba de terminar. Los alumnos se estiraban mientras hablaban de las fiestas pasadas y las cosas que alguna chica rica hizo para romperle la pierna a su novio. Todo estaba normal solo que...

—Dios. Howie, si vomitas sobre mi bolso te mataré.

—Eres muy linda. ¿Por qué tienen que sentarse chicas lindas junto a mi? —la voz parecía entrecortada. El tipo iba a llorar.

La charla de los dos amigos de fondo le molestaba. Y no, no solo porque fuera Serapphine quien estuviera en ese lugar. Era el hecho de que sus voces le molestaban mientras intentaba estudiar.

Cassius miró sobre su hombro como Serapphine peleaba con fuerza por una mochila rosa chillona que siempre usaba y llamaba toda atención a donde fuera. ¿Su contrincante? El chico raro que siemore temblaba.

—Suelta mi bolso, licuadora andante —gruñó Serapphine.

—Quiero vomitar.

—Hazlo en tu propia mochila.

—¡Tú lo causaste! Ahora atente a las consecuencias.

Cassius desvío la mirada. Miró fijamente el libro abierto sobre su mesa y luego se levantó.

—¡Ahí esta mi almuerzo! —luego, Serapphine, murmuró con asco—. Bien, ya no hay almuerzo. Gracias.

Cuando volteó para caminar en dirección al desastre él se cayó. Y no no fue algo agradable. Su pie se resbaló por un lápiz que alguien tiró, empujó una mesa por intentar mantener el equilibrio y cuando creyó que no tendría una oportunidad de salvación alguien lo tomó con fuerza de la cadera y lo ayudó.

Su corazón se aceleró por la adrenalina del momento. Los ojos de Cassius brillaron con al sentirse seguro y levantó la mirada.

Ella.

Serapphine.

Ella lo había tomado de su cintura y lo miraba con una mirada sultil y fría.

El corazón de Cassius de detuvo. Hizo maniobras y luego la empujó.

Tuk Tuk Tuk

—¿Cuándo te permití tocarme? —preguntó, con mejillas sonrojas por la vergüenza.

—Te ayudé —respondió Serapphine con el rostro molesto. Ella estaba furiosa. Howie había ensuciado su bolso y luego, este tonto protagonista se hacía la damisela.

—No necesitaba tu ayuda.

Serapphine lo estudió. Cassius tenía la camisa de uniforme un poco suelta y su cabello rubio estaba desordenado. Tenía la cara roja y sus ojos azules eran como diamantes que te cortaban desde la distancia. Las pestañas negras de Serapphine temblarón cuando solo suspiró en respuesta y pasó junto a él. No tenía tiempo para jugar con el tipo afeminado.

Cassius se sintió ofendido y levantó su cara con ira. Alcanzó a Serapphine y la pasó chocando sus hombros en una clara declaración de guerra mientras murmura a entre dientes lo odioso que es tener que compartir salón de clases con ella.

Él realmente pensó que eso solo sería todo.

Hasta que al día siguiente se dio cuenta que Serapphine no estaba.

Ella se había ido de aquella clase. Estaba seguro. Y aunque debería estar feliz comenzó a sentir como si algo no estuviera bien. ¿No estaba bien? Claro que sí, sólo que... ¿Por qué no se sentía tan bien como pensó?




¡Volví!

Este capítulo es muy corto, pero intentaré meter más drama en el próximo. ¡Gracias por leer!

¿Quién es una damisela?

Las mujeres ricas y malvadas aman a los protagonistas masculinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora