XX

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Sapphire había escogido el museo de arte griega por una buen razón.

Estaba muy lejos de la ciudad.

Sapphire había pensando que Tyche y su padre necesitaban tiempo para estar solos.

El museo estaba alejado y aunque era muy popular, no era tan concurrido como otros lugares. Por eso cuando Tyche llegó supo que Sapphire no estaba ahí. Si algo sabía una chica como ella es reconocer a su mejor amiga a la distancia.

Revisó el último mensaje de Sapphire.

🍆🍆🍆.
Visto.

No había nada más.

Tyche caminó por el lugar pensando que tal vez Sapphire llegaría tarde. Caminó por el paseo de hércules y después vio un documental sobre el amor puro que Aquiles tuvo por Patroclo. El museo se dividía en dos partes; una al aire libre y la otra dentro de una copia exacta del templo griego.

Cuando Tyche estuvo apunto de irse alguien la tomó de su hombre. Tyche mostró una cara de disgusto, ¿que era lo que alguien como ella detestaba? Que otros la tocaran sin su consentimiento. Ofendida volteó para empujar a quien fuera el dueño de aquella mano pero sus ojos se abrieron con asombro y pronto de tristeza.

Glibertg, su padre, estaba ahí.

El hombre estaba vestido de una manera casual, aunque llevaba gorra y unos lentes oscuros para nada favorecedores ella lo reconoció. Tenían que pasar vidas, años y ella perder el sentido de la vista pero sentía que aún lo reconocería. Después de todo Tyche era la copia viviente de su padre, con la única diferencia de su color de cabello.

—¿Tú... qué haces aquí? —Preguntó Tyche, manteniendo una distancia considerable—. Pensé que estabas en China, tu asistente dijo que estabas en China.

Su padre no contestó. La miró con millones de emociones y solo pudo abrazarla. Glibertg por su parte se sintió feliz y con paz, hace mucho tiempo que había querido ver a Tyche y poder decirle que la amaba.

—¿Qué...?

—Te extrañé.

—No —exclamó Tyche intentando poner distancia pero sus piernas le temblaban y su respiración comenzaba a trancarse.

—Hija, te extrañé.

Tyche logró salirse del abrazo de su padre.

—¡No te atrevas a decir eso otra vez!

—¿Tyche? —preguntó él.

—¡No te atrevas a decir eso! ¿Cómo es posible que lo primero que digas cuando me ves otra vez sea eso? ¡no es justo! Estuve todos estos años intentando comprender porque te fuiste y te alejaste, estuve preguntándome si tal vez no fui suficiente o si siquiera recordabas mi cumpleaños. El día de de padre e hija te esperé, te esperé cada maldito año y nunca llegaste —. El rostro de Tyche comenzaba a bañarse de lágrimas—, el único recuerdo de mi infancia sobre ti son una llamada  y promesa donde dices que pronto irías por mi para disculparte, ¿sabes que recibí? Un vestido de tu nueva colección en ese momento.

》 Hice algo que odiaba porqué pensé que me recordarías. Me hice modelo solo porqué tú nombre estaba en cada revista que miraba y si yo era lo suficiente popular tal vez vendrías a mí, pero no viniste... Supongo que tampoco fui buena en eso. Crecí cada segundo de mi vida rodeada de personas que me decían que hacer y como vivir, pero no me importaba porque quería verte. La única persona que amaba y quien quería ver sobre todas las cosas es la que misma que más daño me ha hecho y nunca sintió remordimiento por mi. ¿Cómo era posible que no me quisieras? Si yo nunca dejé de hacerlo.

Las mujeres ricas y malvadas aman a los protagonistas masculinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora