XXI

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La mayoría de los hijos de las mejores familias del país habían ido a una escuela privada bastante conocida en un pueblo pequeño al norte del país.

Joon, el padre de Sapphire, también había asistido a esa escuela privada antes de su castigo. Sapphire tenía vagos recuerdos de su padre hablando de las cosas que hizo y se hacían ahí.

Al escuchar la historia Sapphire supo porqué su madre dijo que su padre conocía a todos los peces gordos del país, él se había criado con ellos.

Howel dijo que ahí había sido el lugar donde la historia de su padre, Danwen, y el padre de Tyche, Glibertg, había comenzando.







Gilbertg era un huérfano sin familia, pero era un maldito huérfano con suerte.

La mayor parte de su vida la había pasado entre hogares sustitutos que solían echarlo después de unos meses. Él nunca se adaptó a una familia, no porque no lo quisiera sino porque a donde iba parecía que traía la desgracia consigo.

El año en que recibió la beca había trabajado como mesero durante meses solo para comprar unos zapatos decentes para su estadía académica. Y gracias a ellos fue que llamó la atención de él.

Gilbertg no fue el único que recibió una beca ese año, había otro chico de bajos recursos que también había pasado las pruebas y que parecía aún más marginal que Gilbertg, fue Danwen, el padre de Howel.

—Tal parece que ambos tenemos suerte en entrar aquí —habló Gilbertg sonriendo.

Por su parte Danwen pareció tomar su comentario como un chiste.

—Veamos quien aguanta más —fue la única respuesta que recibió.

Durante los primeros meses ambos fueron blancos de muchas bromas y chistes desagradable sobre sus orígenes, pero Danwen aún más. Gilbertg sintió pena por él, se sintió tan mal que cuando las bromas de los demás chicos del colegio terminó por arruinarle los zapatos de Danwen, Gilbertg le dio los suyos.

—En un futuro cómprame unos mejores, ¿vale?

—No tienes más —murmuró el hombre sin levantar la vista de los zapatos en sus manos.

—No te preocupes, Dan. Todo estará bien.

Dan.

Dan.

Dan.

Gilbertg había terminado ese año con sus zapatos agujereados, pero sin importar lo que los otros chicos dejaran sobre su vida. Para Gilbert Danwen era un verdadero amigo, pero para Danwen las cosas se volvían más torcidas.

Gilbertg no lo había notado hasta que ya era muy tarde. Los chicos que solían molestarlo fueron desapareciendo, las personas que antes lo miraban con odio parecían estar tan temerosos que, a veces en encuentros extraños, pedían piedad por su vida.

La amistad de Gilbertg y Danwen no se rompió por esto, sino porque Gilbertg supo la verdad. Desde un principio Danwen era el hijo de un viejo rico que no solía ser visto muy seguido, había enviado a Danwen solo con la excusa de encontrar verdaderos aliados o enemigos, eso fue un golpe para Gilbertg. Aquello había roto su confianza.

—Tú me mentiste.

—Solo era una vaga prueba, yo nunca te mentiría.

—Tengo miedo por lo que aún no se de ti.

—Mientras no lo sepas todo estará bien.

Él quiso alejarse y se dio cuenta que no era posible. Gilbertg pensó que tal vez su amistad había creado una dependencias para Danwen, así que intento sobrellevarlo pero fue imposible. Danwen no pensaba dejarlo ir, por eso cuando tuvo oportunidad, huyó muy lejos, tan lejos que no fue suficiente.

Las mujeres ricas y malvadas aman a los protagonistas masculinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora