VII

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Si hay algo que Seraphine nunca pudo predecir fue la cara de Cassius después de sus palabras. Quiso pensar que el rojo de sus mejillas se debía a la molestia contenida, no a los raros pensamientos que podían desarrollarse dentro de la cabeza del protagonista masculino.

En realidad, no quería besarlo. Nunca se le pasó por la cabeza. Solo pensaba, ya que él la odiaba tanto no podría pensar en besarla. Los protagonistas masculinos piensan que besar a la villana de la historia es como besar el suelo que todos escupen. Para ellos no existe la posibilidad de tener aprecio hacia ese personaje. No cuando su corazón está con la protagonista femenina que los ayudó de niño (como en miles de Webtoon) y que desde ese día era su único amor. Así que, sin ser pesimista, usó el afecto de odio que tenía él sobre ella para hacer algo que no quería.

Cassius no la quería.

Y esto estaba bien, ella tampoco sentía afecto por él.

Solo esperaba que al final de esta historia masoquista, ambos puedan ser socios de negocios. Si bien, ella aún quería ser la villana más rica que haya existido.

Por eso, aunque pensó en tomar distancia y al mismo tiempo cuidarlo, se mantenía siendo amable por una sana convivencia.

Cómo ahora: alimentaba a Cassius en el hospital.

—¿Crees que yo aceptaré eso? —habló Cassius comiendo de forma indignada la comida que Seraphine le tendía.

—No me importa tu opinión —contestó, con el ceño fruncido—. Ahora traga.

Y aunque Seraphine lo intentaba, de alguna forma nada amable, cada momento que pasaba ambos solo se soportaban. Cassius seguía insistiendo que no quería que los padres de ella se metieran en su vida, tal vez por el orgullo del protagonista. Seraphine le recordaba que si no tomaba una decisión le partiría la otra pierna.

Lacara de Cassius mostró una O muy grande.

—Sabía que no era un accidente. Ninguna chica con tu peso podría partir la pierna de un chico de esa forma.

—Seamos sinceros, tienes huesos débiles.

—Es porque estoy en crecimiento —casi gritó.

—Tal vez es porque lo único que haces es gritar y no comer —sonrió Seraphine metiendo una cucharada grande de avena en su boca—. Crece, bebé, crece.

La mirada de Cassius se transformó en ira. Luego, como un bebé, comenzó a comer sin decir palabras. Incluso cuando Seraphine limpiaba muy cuidadosamente sus labios con una servilleta.

—Eres muy lindo cuando no dices palabra alguna —murmuró, Seraphine detallando sus rasgos masculinos infantiles.

Cassius que no podía decir nada porque tenía la boca llena: (…)

Cassius, a diferencia de otros protagonistas de Webtoons no se miraba muy masculino. Su cuerpo era blando y sus mejillas a veces dejaban de verse pálidas para mostrar un color rojizo que hacía alarde de su belleza hermafrodita. Incluso su rubio cabello provocaba que, al verlo, pensaras en un ángel. Él era un chico lindo. Muy lindo. Incluso en el futuro, seguía viéndose igual.

Mientras Seraphine fantasiaba, Cassius dejó de comer para verla extrañado.

—¿Por qué me ves así?

«Ella realmente me ve como si fuera una rata». Pensó.

—Eres muy bonito.

El rojo volvió a las mejillas de Cassius.

—T-úú. ¿Cómo puedes andar diciendo esas cosas así de la nada?

—Con mi boca. ¿Qué tiene?

—…

—Incluso pienso en los hijos que tendrás… —comentó Seraphine, pensando en que él es un shou de alguna historia perdida y tal vez había entrado en un fanfic sobre él y otro hombre. La cara de Seraphine incluso se puso un poco rosada ante la
idea.

Cassius que ni siquiera se imaginaba la realidad siguió llevando la avena a su boca por si solo, pensando en que a ella realmente le gustaba.











Cuando los padres de Seraphine volvieron siguieron insistiendo en llevarlo a su casa. Sin embargo, por más buenas intenciones, fueron rechazados miles de veces. Cassius era duro, al menos más que sus huesos, cuando se trataba de tomar decisiones.

Por eso, Seraphine tomó su mochila, mientras Cassius intentaba dominar el arte de las muletas. Lo miró pacientemente hasta que pudo moverse sin terminar rompiéndose un diente.

Luego, se puso cerca de él con la mirada fría de siempre y le dijo:

—Yo te llevaré a casa.

Nadie discutió sobre el tema. Incluso cuando Cassius estaba siendo cargado como una princesa por Seraphine. Después de todo sus brazos temblorosos no pudieron ayudarlo a dar un solo paso. Tampoco comentaron nada cuando él, siendo tan esquivo como un gato, parecía sentirse un poco seguro en los fuertes brazos de ella.

Aunque sin inmutarse seguía molestando a Seraphine.

“Podía venir solo”.

“No necesitaba tu ayuda”.

“No necesito tu lástima”.

Seraphine lo ignoró. Ella miraba por la ventana como los grandes edificios y las calles se convertían en casas viejas poco agradables a la vista. Incluso notó que cuando más se acercaba, más callado era el protagonista masculino. No lo culpó, se supone que para ser un gran protagonista de cualquier historia… tienes que pasar por cosas muy malas.

Así que, incluso cuando Cassius seguía en guardia, aferrado a sus muletas sin mirar por la ventana, tomó un pequeño dulce del tazón en el auto y lo puso en el bolso de este. Aunque parecía extravagante, la mayoría de los autos de su familia tenían golosinas para viajes, pero nadie parecía comerlos. Se preguntó por qué, pero luego se dio cuenta el auto se detenía. Así que abrió la puerta.

La casa que la recibió era tan horrible como en el Webtoon. Pensó en las goteras y las ratas, que al igual que con Cenicienta, eran la única compañía que tenía Cassius. Los ladrillos rojos parecía pintarse con un color verde extraño, el frente, aunque parecia medio decente te daba la sensación de frialdad.

«Aún puedes vivir en mi casa» quiso decir Seraphine. Pero las palabras se quedaron en su cabeza. Eso era cruel, pero tampoco podía mentir. Cassius, quien se quedó mirando su reacción, bajó la mirada, tomó la mochila de sus brazos son fastidio y se empujó con las muleta hacia la puerta.

—Puedo ayudarte…

—No.

—Como quieras.

Seraphine caminó detrás de él con cuidado. Alerta por si podría caerse, pero parecía que la ira de Cassius ayudó a sus débil cuerpo a tomar ventaja.

Se quedó ahí, viendo cómo entraba a su casa, donde seguía pensando que estaría más seguro bajo un puente que en ese lugar, pero no le pidió que se quedara con ella porque su orgullo de protagonistas masculino era mayor que su nivel de supervivencia.

Así que, evitando lastimarlo.

Sonrió.

—Cassius, vendré por ti mañana. Recuerda. Cuidaré de ti por un largo tiempo.

Y la respuesta de Cassius fue cerrar la puerta.
Sin un adiós.



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Las mujeres ricas y malvadas aman a los protagonistas masculinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora