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Cuando pienso en el por qué decidí estudiar medicina y dedicarme a tiempo completo a ser la mejor cirujana en todo Luna Brillante, me quedo sin palabras o argumentos, quizás si hubiese escuchado a mi corazón en vez de la insistencia de mis padres, me encontraría componiendo e interpretando mis mejores éxitos musicales en todo el mundo.

Quizás trabajar en el mejor hospital de la nación no es tan malo, la paga es excelente, puedo darme ciertos lujos, soy una mujer 100% independiente y puedo decir que chicas con quién dormir no me faltan.

Mi familia es adinerada, y se compone por mi madre Marlena y mi padre Randalf, ambos doctores, Adam mi gemelo, neurocirujano, Mara mi hermana mayor, obstetra, y yo, Adora Prince, cirujana general. Si, la familia Prince es conformada por los mejores doctores de la nación.

Mi rutina es simple, casos difíciles por resolver, resueltos por mí, cirugías eternas, algunos milagros médicos, agradecimientos de padres deshechos, lo normal para una cirujana exitosa y con una tasa de muertes al mínimo.

Hoy es viernes y como siempre soy la última cirujana en regresar a casa después de una cirugía compleja, bastante normal, los casos más complejos e imposibles siempre llegan a mis manos, de hecho, nunca he atendido simples suturas o raspaduras insignificantes, eso sí que no, las enfermeras y todo el hospital en general lo considera un insulto de tamaño monumental y un grave error que costaría la mitad de las cabezas del hospital, según la exagerada de mi madre.

Me dirijo a la sala de urgencias, la verdad es que la salida de ese lugar es la más cercana y no quiero encontrarme con una insistente Mara intentando persuadirme para acompañarla a visitar a la gran abogada Ligth Hope, aun no entiendo su obsesión, después de haber chocado su auto contra el de ella, es como si la hubiese perdido, ¿Cómo podríamos catalogarlo? ¿Amor a primer choque?, no puedo evitar reír al pensar en ello, sólo Mara podría enamorarse bajo esas bobas circunstancias, lo bueno es que yo no soy así. Exacto, Adora Prince no es idiota.

Ya cercana a la salida, mi vista es atrapada por una escena lo bastante choqueante para un día viernes.

La escena es así, una camioneta negra fuera de control, un hombre mayor con su cinturón en su mano y una chica, una chica arrojada inconsciente al duro pavimento.

Por reflejos corrí hacia ella, la inmovilicé rápidamente y grité por ayuda, los paramédicos corrieron, la tomaron con sumo cuidado depositándola en una camilla y entrando lo más rápido a urgencias.

Todo un caso ¿no creen?¨, compadezco a quienes querían regresar temprano a casa, y como mi caso es diferente, me dispongo a simplemente caminar hacía el estacionamiento, buscar mi auto y dirigirme a mi departamento sintiendo culpabilidad o quizás un gran dilema moral sobre como simplemente me marché y no intenté prestar primeros auxilios o asegurarme de que la pobre chica estuviese bien.

Ya en la entrada de mi lujoso departamento, procedo a tomar las llaves dentro de mi bolso y abrir la puerta, mi sorpresa fue cuando alguien simplemente me recibió con un apasionado beso en los labios, sacándome más de un suspiro acalorado.

-Huntara, te dije que no volvieras, lo nuestro solo fue una noche de tragos, no juegues a la esposa que espera a su mujer después de una larga jornada de trabajo, sabes perfectamente que no me interesan las relaciones serias, solo quiero sexo sin compromisos ni ataduras y ya- le dije directamente, notando como sus ojos se cristalizaron.

-Adora, por favor solo dame una oportunidad de conquistar ese corazón de hielo, estoy segura de que puedo derretirlo solo si me dejas amarte- dijo entre sollozos

-Lo siento, no estoy interesada, por favor vete y no me busques- hablé lo bastante claro para evitar dobles interpretaciones

-Vete a la mierda Adora Prince- y simplemente salió de mi departamento dando un fuerte portazo y dejándome más caliente que agua recién hervida.

-Maldición, debí haber tenido sexo primero y luego echarla, soy una idiota- dije regañándome mentalmente.

La noche fue larga y el sueño o pesadilla la misma, yo en la salida de urgencias, una camioneta negra, un hombre con un cinturón y una chica inconsciente, no entiendo cuando me volví tan blanda pero debo hacer algo al respecto, así que sin soportarlo un minuto más, me levanté lo más rápido posible, me volví a poner mi uniforme y me dirigí al hospital a las 3 de la mañana, creo que me he vuelto un poco loca, pero en fin, ya estamos aquí.

Intento pasar desapercibida al llegar, entro por mi entrada secreta y me dirijo a urgencias, a simple vista luce algo deprimente y vacía.

Comencé a inspeccionar cada cama, cada rincón, hasta que... hasta que la veo.

Una frágil chica morena, quizás casi de mi edad, no sabría corroborarlo, lentamente me acerco a su expediente, moretones en torso, piernas, una costilla rota, quizás nada tan grave si comparamos sus lesiones a lo que realmente estoy acostumbrada a ver, en fin, es solo un caso más.

Cuando decido marcharme y dejarla descansar ella despierta desorientada y mirando todo a su alrededor, intentando reconocer el lugar, hasta que finalmente percibe mi presencia y me ve.

Sus ojos tienen heterocromia, es lo primero que pienso al verla, hasta que su voz me despierta de mi vago pensamiento.

-¿Podrías darme unos analgésicos?- dice en un susurro

-Claro, aquí tienes- respondo de inmediato, tomando unos analgésicos dentro de un estante junto a su cama.

-Gracias- dice tan débilmente y siento que en cualquier momento necesitaré un carro rojo y un desfibrilador para ella.

Sus movimientos son algo torpes y lentos, todavía siente dolor, es más que claro, y no puedo simplemente apartar mi mirada de cada acción que realiza, hasta que veo como se pone de pie, arregla su ropa y se dispone a marchar.

-¿Estás loca? No puedes simplemente salir como si nada, a penas puedes caminar niña- hablé rápidamente, que indignación, no puedo creer lo irresponsable y poco consiente de su estado tiene esta chica.

-No es de tu incumbencia Prince- La miro desconcertada, no recuerdo haber mencionado mi nombre.

-¿Cómo?- balbuceo

-Tú identificación Einstein- ya veo.

Y simplemente se fue.

Corazones rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora