II

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Pasaron semanas después de esa noche, y mis pesadillas siguen siendo las mismas, yo en la salida de urgencias, una camioneta negra, un hombre con un cinturón y una chica inconsciente.

-Maldición, debí detenerla- pienso en voz alta

-¿Adora estás bien?- una pelirrosa se acerca a mi

-Sí, Glimmer- susurré

-¿Segura?- asentí en modo de respuesta sin convencerla del todo.

-¿Qué es ese alboroto?- mi atención se dirige a la entrada del hospital, una escena se revive en mi cabeza "yo en la salida de urgencias, una camioneta negra, un hombre con un cinturón y una chica inconsciente"

-Esa chica- me apresuro a decir mientras mis pies comienzan una carrera desconcertando a Glimmer.

-Doctora Prince, nosotros nos encargaremos, no es tan grave como para solicitar su distinguida intervención- Distinguida intervención, que mierda, esta chica se muere, claro que es importante.

Ignoré las opiniones de cada paramédico y enfermera insensible y proseguí a atender a la misteriosa morena ignorando miradas incrédulas y prejuiciosas.

-Estarás bien-susurré casi inaudiblemente y posicionándola suavemente en una camilla.

La revisión fue completa y detallada, sin dejar ningún detalle de su cuerpo sin analizar, y el diagnostico simplemente fue claro, costillas rotas, hematomas en su torso y espalda, y lo peor, su cuerpo sufrió una sobredosis de quien sabe qué.

Procedí a tratarla personalmente, limpiar sus heridas, suturarlas y revisar cada cierto tiempo su monitor y signos vitales.

-¿Quién eres? ¿Quién te ha hecho esto?- susurré acariciando levemente su mejilla, hasta que un movimiento leve me advirtió que pronto despertaría.

Y despertó

-¿Podrías darme analgésicos?- susurró

-No caeré de nuevo niña, necesitas descansar y recuperarte de tus heridas y... sobredosis- siento su mirada analizando mis ojos y cada gesto de mi rostro.

-Ya veo, entonces a eso se refería- sus ojos se cristalizaron en un segundo.

-¿Quién?- pregunto preocupada

-No es de tu incumbencia- dice apartando su mirada

-No puedo creer que me preocupé por una niñita arrogante, solo quiero ayudar, ¿es tan difícil de comprender para ti?- dije sorprendiéndome de mis propias palabras

-Solo aléjate de mí, no necesito una niñera Prince- me mira con aparente molestia

-Está bien- doy media vuelta y me dispongo a marchar, mi tiempo es demasiado caro como para que una niña como ella pueda si quiera pensar en comprarlo.

-Otra cosa, no soy una niña, tengo 20 años- detengo mis pasos y volteo a verla, no es de mi interés pero es un buen dato.

-¿Cuál es tu nombre?, es difícil crear un expediente sin los datos básicos del paciente- mentí

-Catra Weaver- dice simplemente

-Doctora Adora Prince- la miro por última vez y finalmente salgo de ese sector tan básico según mi punto de vista.

Han pasado tres días luego de ese incidente, quizás una ronda en urgencias no sea una mala idea, después de todo a veces es bueno mezclarse con traumatología de vez en cuando, aunque sean salvajes e ignoren el arte de suturas perfectas.

Me dirijo en dirección a la cama de catra, no es que me importe, es solo que está por mi camino, no estaría mal revisar sus heridas y echar un vistazo a su expediente, quizás necesite calmantes extra, me imagino que debe seguir adolorida, y no es como si me importara, después de todo solo es una chica arrogante.

Cuando por fin estoy en el que debería ser la cama de catra, un sentimiento de pesadez inunda mi pecho, busqué y busqué, revisé cada cama del piso de catra, expedientes, y nada, se había ido otra vez.

-Estás loca Catra Weaver- susurré

-¿Buscas a alguien?- esa voz irreconocible

-Qué quieres Mara- evité todo contacto visual- no estoy de humor

-Adora, comprendo que odies urgencias, pero mínimo siente algo más que tu monumental ego, siente empatía, muchos de ellos se encuentran solos y necesitan de una mirada apacible, no todo es dinero hermanita- me mira con ternura

-No es por el dinero, es solo...- dudo un momento- olvídalo, no es importante

-No me mientas, escuché lo de unos días atrás, el como la grandiosa doctora Adora Prince salva a una joven morena inconsciente- dice con un tono heroico.

-No sé de qué hablas Mara, solo hice mi trabajo, salvar vidas, si no te has dado cuenta a eso nos dedicamos- dije irritada

-Así es, pero tú no eres así, unos hematomas, huesos rotos, intoxicación, nunca han sido de tu interés, de hecho textualmente dijiste "nunca he atendido simples suturas o raspaduras insignificantes, eso sí que no"- responde irónicamente

-Déjame en paz Mara, no entiendo tu punto- la miré a los ojos

-Lo que intento decir, Adora, jamás has atendido un caso tan simple e insignificante en casi toda tu trayectoria como cirujana- me mira comprensiva

-Deja de decir que no es importante, yo la vi- hice una pausa- vi cómo fue arrojada como un simple objeto la primera noche, vi cómo se arrastraba por ayuda la segunda vez- aparté mi mirada- es obvio que empatizar no es simplemente una opción.

-Si lo es, Adora- la miro incrédula- estoy orgullosa de que mi hermanita tenga corazón- me sonríe.

-Gracias, Mara- le devolví la sonrisa y cada quién siguió sus "rondas".

Corazones rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora